Bartolomé Esteban Murillo Autorretrato
Murillo es el pintor de la ciudad de Sevilla. Aquí nació y desarrolló la totalidad de su obra. Esta entrada tiene una doble motivación: primero rendir un merecido homenaje a su obra y a su persona como artista sevillano y en segundo lugar hacer memoria de mis primeros encuentros con el Arte que están muy relacionados con él. Y es una relación paradógica pero de una gran riqueza: porque de joven conocí al Murillo maduro y, ya en la madurez, he podido conocer su obra de juventud con motivo de la ultima exposición celebrada este año de 2010.
Museo de Bellas Artes. Sevilla
Fué en los años de mi niñez cuando "descubrí y me aficioné" a la pintura por influencias de un pequeño "taller" que había en el centro donde estudiaba. Aquello era como una distracción para el tiempo libre. Pasados unos años en plena adolescencia, un día se me ocurrió, todavía no sé cómo, visitar el Museo de Bellas Artes de la ciudad. No me acompañaba nadie. Así que fue una experiencia muy personal y fue tal el impacto al descubrir y conocer por primera vez todas aquellas pinturas que, creo, me marcó para toda la vida...
"Santas Justa y Rufina" Murillo. Museo de Bellas Artes. Sevilla
Especialmente me llamaron poderosamente la atención los grandes lienzos de Murillo que aparecen en esta entrada. Aquellos rostros, llenos de belleza y expresividad como los de estas santas. Nunca había visto cosa igual porque entonces no estaba de moda llevar a los escolares a visitar museos. Cuando me marchaba, tras hacer esta primera visita, pensaba con horror en los pequeños "engendros" que yo pintaba, que todavía hoy recuerdo, y de los que tan satisfecho hasta el momento me sentía... Y es que: ... había descubierto el Arte y mi primer y principal maestro había sido Murillo.
"Adoración de los pastores" Murillo Museo de Bellas Artes. Sevilla
Este pintura de la "Adoración de los pastores" la he contemplado ya muchas veces, recorriendo cada uno de sus personajes, llenos de expresividad y encanto, la enérgica pincelada, los juegos de composición y de luz y hasta la oveja del primer plano, aún hoy en mis frecuentes visitas, vuelvo a contemplarla como el primer día y me admira la capacidad de Murillo de cuidar hasta el mínimo detalle del natural.
"Inmaculada Concepción" Museo de Bellas Artes. Sevilla
Me llamó también mucho la atención no solo la perfección del dibujo, el dominio del color y la expresividad de sus personajes sino tambien la grandiosidad de sus pinturas religiosas como esta Inmaculada, llamada "la Colosal", debido a sus dimensiones tan espectaculares para ser vista desde un retablo en altura.
"Sto. Tomás de Villanueva repartiendo limosnas" Murillo. Museo de Bellas Artes Sevilla
Pasaron los años y mi formación artística se fue ampliando y enriqueciendo. Y fue entonces cuando supe que este cuadro de Sto. Tomás de Villanueva era el predilecto de Murillo. Recuerdo haber mirado con detenimiento los tonos grises del sucio vendaje del mendigo y los pies. Me fascinaba el realismo y el dominio mostrado por Murillo en estos detalles. ¡Cuántas veces me he quedadado también contemplando el pequeño "cuadro dentro del cuadro" que forma el niño con la madre del primer plano! No se qué admirar más si la capacidad de expresar la ternura o el prodigio técnico que se observa en el dominio de la luz.
"Visión de S. Francisco" Murillo. Museo de Bellas Artes . Sevilla
Desde entonces el Museo se convirtió para mi en un lugar mágico donde podía "tocar" el Arte, privilegio reservado solo a un grupo de personas porque la sensibilidad se tiene o no se tiene pero nunca se puede comprar. El Museo ha sido para mí como un pequeño y tranquilo oasis, lleno de belleza y de paz, en el ajetreo de la gran ciudad a donde acudiría muchas veces buscando esos tesoros... Creo que somos afortunados todos los que podemos acceder a esta "riqueza" del Arte. . Es por esta razón que, en mis años de docencia, he tratado de acercar todo lo que he podido a mis alumnos a esas primeras experiencias y descubrimientos del Arte, contemplando esos mismos cuadros... Porque es en estos primeros años donde las experiencias del conocer y del descubrir se imprimen con toda su fuerza.
"Autoretrato" Murillo
Este año, 2010, entre los meses de Febrero a Mayo ha tenido lugar en Sevilla una gran exposición dedicada a Murillo. En ella se trataba dar a conocer su obra de juventud, menos conocida por estar dispersa en distintos museos del mundo, y al mismo tiempo rendir homenaje a su personalidad artística en la ciudad que le vió nacer y en la que vivió. La espectación que despertó y el número de visitantes desbordó amliamente todas las previsiones porque era una ocasión dificilmente repetible.
"S. Salvador de Horta y el Inquisidor de Aragón" Murillo
Allí se podía apreciar la etapa de aprendizaje del joven Murillo y sus primeros encargos, en los que ya desde un principio empezó a destacar consiguiendo abrirse paso hacia una clientela en su mayoría formada por Iglesias y Ordenes religiosas como señalan sus biógrafos. Obviando los aspectos más técnicos sobre su biografía, estilo y significado de su obra que podemos encontrar en otros lugares, más especializados, me ceñiré más directamente al objetivo, ya señalado, de esta sección que consiste en expresar las impresiones personales que el encuentro con su obra de juventud me produjo.
"Niño mendigo" Murillo
La primera, la ingente producción que realizó. Y en toda ella, aunque se advierte una evolución en sus planteamientos, siempre es capaz de mantener un nivel de calidad muy alto casi desde sus comienzos. Es el talento y la genialdad junto a la exigencia del trabajo bien hecho y continuado a lo largo de toda una vida y sin ayuda de taller.
" Vieja con gallina y cesta de huevos" Murillo
Si bien es verdad que casi la totalidad de su obra está referida a temas religiosos para responder a los numerosos encargos de Iglesias y Ordenes religiosas, también que realizó magistralmente un pequeño número de obras cuya temática posó su mirada en niños mendigos, viejas, etc., figuras muy populares y cercanas al género picaresco de la Literatura y que debían abundar en las calles de Sevilla.. El realismo y la expresividad que consigue en la representación de estos personajes llega a ser de una brillantez extrema. En estas pinturas, menos conocidas, podemos ver un atisbo de un Murillo diferente pero solo apreciado en aquellos momentos por el coleccionismo extranjero.
"Vieja hilando" Murillo
"Dos muchachos comiendo melón y uva" Murillo
Pero, sin lugar a dudas, Murillo alcanzó su esplendor con la temática religiosa. Supo captar como nadie la humanidad de sus personajes y elevarlos a categorías casi sagradas en sus composiciones como en esta Sagrada Familia donde se aunan los sentimientos divinos y humanos. Este cuadro representa una escena familiar de las que él mismo estaría habituado a ver en su casa. Composición, riqueza cromática, y expresividad hacen de esta pintura un claro ejemplo de su estilo y una obra cumbre en la iconografía religiosa. Se entiende fácilmente que le rodeara el triunfo y la fama en su tiempo.
Murillo viajó poco. Parece ser que hízo un viaje a Madrid donde es posible, dicen las biografías, que se relacionara con Velázquez y otros pintores que le facilitarían el acceso a las colecciones reales. Allí pudo conocer de primera mano obras de autores importantes italianos y flamencos como Rubens, Van Dyck, pintura veneciana, etc. que sin duda tendrían una gran influencia en la evolución de su propia obra. Es el caso de "Los desposorios místicos de Sta. Catalina" donde la influencia del renacimiento italiano parece evidente.
"Desposorios místicos de Sta. Catalina" Murillo
La dulzura, la ternura y la belleza de sus personajes le dieron un triunfo importante que impulsó a popularizar de manera fácil la imagen de muchos de sus cuadros. Esto, junto a otras circunstancias, hicieron a la larga que su obra sufriera una cierta desvalorización. Afortunadamente la crítica actual, los estudios más recientes y actuaciones como esta misma exposición están permitiendo que su obra se revalorice y ocupe el lugar que en justicia le corresponde. Ya el Museo del Prado le ha dedicado una escultura junto a la puerta de entrada que lleva su nombre y las otras dos a Velázquez y Goya. Ese es su sitio junto a los grandes genios de la Pintura Española.
"S. Pedro en lágrimas" Murillo
En el recorrido de esta exposición me impresionó la fuerza expresiva de la figura de S. Pedro. La rudeza de sus manos contrasta con la expresión de su rostro, mezcla de dolor y arrepentimiento. No todo es dulzura en Murillo y aquí nos parece recordar los rostros surcados de arrugas de Ribera.
Detalle
Detalle
Lo mismo ocurre con la representación de S. Jerónimo penitente donde el estudio anatómico y la representación de los objetos materiales dotan a la pintura de un intenso sentido naturalista. El contenido temático de las obras religiosas de Murillo nos acerca a los sentimientos, creencias y estilo de vida de aquella Sevilla de mediados del XVI donde la presencia de lo religioso era muy importante..
"S. Jerónimo penitente" Murillo
El mismo tema, pasado por el registro femenino, lo forman el grupo de pinturas dedicado a la Magdalena.. Esta pintura, según la crítica, puede considerarse como la primera obra maestra de Murillo. Se pintó hacia 1640. La disposición de la Santa y los elementos iconográficos que la acompañan dotan a esta pintura de un verismo y una gran intensidad dramática.
La pintura fué llevada a Italia en el Siglo XVIII.Esta obra, que desconocía, igual que la de S. Pedro en su arrepentimiento me impresionaron de forma especial por el intenso dramatismo que se expresa en el rostro y en las manos de los personajes..
" Magdalena penitente " Murillo
La conclusión final de todo este recorrido por la obra de Murillo es el reconocimiento y admiración por este artista que supo conjugar el talento con la capacidad de trabajo y rodearlo todo con un sentido de humildad y respeto que le hicieron un intérprete privilegiado del sentir religioso de su tiempo. En segundo lugar la importancia de acudir con frecuencia a Museos y Exposiciones para encontrarse directamente con el Arte. Esto supera a todos los intermediarios que podamos tener, a pesar de que hoy día la impresión de obras tiene un gran nivel de calidad, hay una distancia muy importante entre el conocimiento de la Pintura en libros, vídeos, etc, y la contemplación directa de esas obras en Museos o Galerías.
Más información
MURILLO, EL PINTOR DE SEVILLA
Murillo es el pintor barroco que mejor representa el nuevo lenguaje de la fe, a cuyo servicio puso su particular sensibilidad inclinada a valores dulces y amables. Con una facilidad portentosa, creó una pintura serena y apacible, como su propio carácter, en la que priman el equilibrio compositivo y expresivo, y la delicadeza y el candor de sus modelos, nunca conmovidos por sentimientos extremos.
Su vida
Murillo nació en Sevilla, donde pasó la mayor parte de su vida, en 1617, posiblemente en los últimos días del año ya que fue bautizado el 1 de enero de 1618 en la iglesia de la Magdalena.
La situación económica de la familia era bastante aceptable y el futuro pintor se criaría sin estrecheces. Pero en cuestión de un año fallece el padre y la madre por lo que el joven Bartolomé pasará al cuidado de su hermana Ana.
Aprendizaje y primeros encargos
Murillo inicia su aprendizaje artístico con Juan del Castillo, en cuyo taller permanecerá cinco años. Los primeros cuadros de Murillo están muy influidos por el estilo del maestro, como se puede apreciar en la Virgen del Rosario con santo Domingo.
En 1645 Murillo recibe su primer encargo de importancia. Se trata de la serie de trece lienzos para el Claustro Chico del convento de San Francisco en Sevilla. En estas obras muestra una notable influencia de Van Dyck, Tiziano y Rubens, lo que hace pensar a algunos en un posible viaje a Madrid, aunque no existe base documental para apoyar esta teoría.
Este año de 1645 será de gran importancia para el artista porque se casa el 26 de febrero. La elegida se llamaba Beatriz Cabrera y Villalobos, joven sevillana de 22 años. En los 18 años que duró el matrimonio tuvieron una amplia descendencia: un total de nueve hijos.
El éxito alcanzado con la serie del Claustro Chico -al aportar un estilo más novedoso que los veteranos Herrera el Viejo o Zurbarán- motivará el aumento del número de encargos. Por ello en 1646 ingresa en su taller un joven aprendiz al tiempo que debe buscar una casa más amplia para organizar un taller.
La crisis económica que vive Sevilla en 1650 no impide que los encargos continúen a buen ritmo, siendo uno de los más importantes el enorme lienzo de la Inmaculada Concepción para la iglesia de los Franciscanos, llamada "La Grande" por su tamaño.
Viaje a Madrid
En 1658 se traslada a Madrid, donde es muy probable que conociese a Velázquez, quien le pondría en contacto con las colecciones reales, donde tomaría contacto con la pintura flamenca y veneciana. A finales de año, Murillo está de nuevo en Sevilla, apareciendo como vecino de la parroquia de Santa Cruz donde permaneció hasta 1663, que se trasladaría a la de San Bartolomé.
Los numerosos encargos que recibía le permitían disfrutar de una saneada economía, complementando estos ingresos con las rentas de sus propiedades urbanas en Sevilla y las de su mujer en el pueblo de Pilas. Tenía tres aprendices en el taller y una esclava que colaboraba en las tareas del hogar.
El 11 de enero de 1660 funda una Academia de Dibujo en Sevilla, en colaboración con Francisco de Herrera el Mozo, compartiendo la presidencia ambos artistas durante el primer año de funcionamiento.
Periodo de madurez
El periodo más fecundo de Murillo se inicia en 1665 con el encargo de los lienzos para Santa María la Blanca, con los que consiguió aumentar su fama y recibir un amplio número de encargos: las pinturas del retablo mayor y las capillas laterales de la iglesia de los capuchinos de Sevilla y las pinturas de la Sala Capitular de la catedral sevillana.
Ese mismo año de 1665 Murillo ingresa en la Cofradía de la Santa Caridad lo que le permitió realizar uno de sus trabajos más interesantes: la decoración del templo del Hospital de la Caridad de Sevilla, encargo realizado por don Miguel de Mañara, un gran amigo del artista. La fama alcanzada por Murillo se extenderá por todo el país, llegando a la corte madrileña donde, según cuenta Palomino, el propio rey Carlos II invitó a Murillo a asentarse en Madrid. El artista rechazó el ofrecimiento alegando razones de edad.
En 1681 Murillo aparece documentado en su nueva residencia de la parroquia de Santa Cruz. Allí recibió el último encargo: las pinturas para el retablo de la iglesia del convento capuchino de Santa Catalina de Cádiz. Cuando trabajaba en este encargo sufrió una caída, al estar pintando las partes superiores del cuadro principal. A consecuencia de la caída, algunos meses más tarde, falleció el 3 de abril de 1682, de manera repentina ya que no llegó a acabar de dictar su testamento.
Según su primer biógrafo, Sandrart, escribe cómo en el entierro de Murillo hubo una gran concurrencia de público y el féretro fue portado por dos marqueses y cuatro caballeros.
Su estilo
Dos elementos clave en la obra de Murillo serán la luz y el color. En sus primeros trabajos emplea una luz uniforme, sin apenas recurrir a los contrastes. Este estilo cambia en la década de 1640, cuando trabaja en el claustro de San Francisco, donde se aprecia un marcado acento tenebrista, muy influenciado por Zurbarán y Ribera. Esta estilo se mantendrá hasta 1655, momento en el que Murillo asimila la manera de trabajar de Herrera el Mozo, con sus transparencias y juegos de contraluces, tomados de Van Dyck, Rubens y la escuela veneciana. Otra de las características de este nuevo estilo será el empleo de sutiles gradaciones lumínicas con las que consigue crear una sensacional perspectiva aérea, acompañada del empleo de tonalidades transparentes y efectos luminosos resplandecientes. El empleo de una pincelada suelta y ligera define claramente esta etapa.
Las obras de Murillo alcanzaron gran popularidad y durante el Romanticismo se hicieron numerosas copias, que fueron vendidas como auténticos "Murillos" a los extranjeros que visitaban España
Fuente: ARTEHISTORIA. Genios de la Pintura
Murillo en Wikipedia