Revista Literatura

Enemigo (Rosa Luxemburg)

Publicado el 20 septiembre 2017 por Enrique.arbe @enriquearbe
Me figuro que, ante el mar, el sentimiento que se debe experimentar más profundamente debe ser el de la propia nada, quiero decir frente a eso que la mar tiene de eterno, de inmutable, de maravillosa indiferencia. He experimentado esta sensación cuando vi la catarata del Rin en Suiza y su perpetuo tumulto, que no cesa un segundo, durante el día y la noche, más allá de los siglos; me llenaba con un sentimiento de angustia y anonadamiento. Volví a casa completamente destrozada, y en la actualidad todavía, cada vez que paso por delante, y veo por la ventana del tren ese terrible espectáculo, esa espuma que salta, ese abismo blanco de agua hirviente y cuando oigo ese tumulto ensordecedor, mi corazón se estremece y algo en mí me dice: "He ahí el enemigo". ¿Os asombráis? Evidentemente, es el enemigo de la vanidad humana que se cree que es alguien y de pronto se convierte en nada. Tal es también, por otra parte, el efecto de una concepción que de todo dice, como Ben Akiba: "Siempre ha sido así", "Ya irá bien solo", etcétera; y donde el hombre, con su querer, poder y saber, parece completamente superfluo... Por esta razón, odio esta filosofía, mi querido Carlomagno, y me mantengo en la idea de que más bien habría que arrojarse a la catarata del Rin y perecer en ella como una cáscara de nuez, en lugar de sacar la cabeza y dejar mugir el agua como mugía en tiempo de nuestros antepasados y como mugirá después de nosotros. Querida Lulú, los resedas y los claveles están todavía florecidos y huelen "tan bien como el primer día".Os saludo cordialmente a todos, sin olvidar los niños y la Muchacha de las ocas.Vuestra Rosa. 
Enemigo (Rosa Luxemburg)_____________________________________________________________________________
Cartas a Karl y Luise Kautsky
Rosa Luxemburg(
Zamość (Polonia), 5 de marzo de 1871 - Berlín (Alemania), 15 de enero de 1919)
Rosa Luxemburg entró en la vida de los Kaustky, tras su difícil instalación en Berlín, en 1898, cuando los cuadros de la socialdemocracia recibieron con una extrema desconfianza a esta extranjera, de la que sólo se conocían algunos polémicos artículos y unas intervenciones, más polémicas todavía, en los congresos. La amistad con los Kautsky surgía en el momento oportuno. La lectura de estas cartas a Karl, y en especial a Luise, nos informan sobre los periodos cruciales de su vida y su acción. Para quien desee conocer su personalidad más allá de sus escritos doctrinales y comprender no sólo los incidentes de su biografía sino también el profundo sentido de su carácter, estas cartas se convierten en un documento indispensable...

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