Como veo que la hemorragia no se corta y me empiezo a preocupar, saco la mano de la pila y busco un trapo de cocina limpio. De pronto me doy cuenta de que mi perra está lamiendo mi sangre del suelo (¡puagggg!) porque lo he chorreado todo y pienso mierda, esto parece más serio de lo que pensaba.
Pasan los minutos. El trapo se va empapando. Tengo un dolor insoportable. Llamo a mi marido, que piensa que he perdido la chaveta porque en vez de llorar o gritar me entra la risa floja y no puedo parar de reirme. Escucho a mi hijo que se acaba de despertar de su siesta matutina. Ahí sí que me pongo nerviosa. Despacio levanto el trapo para ver si consigo ver qué me he hecho y veo que me falta un trocito de dedo, ¡me he llevado un filete de pulpejo!. Me mareo. Me tengo que sentar, empiezo a sudar a chorros. Llamo a mi marido: Por favor, sal de trabajar y ven para acá, ¡me duele mucho!.
Murphy entra en acción: dedo cortado, hemorragia de 15 minutos que no cesa, bebé despierto comienza a impacientarse, madre mareada y marido a una hora de distancia de casa y que además no puede salir de trabajar porque hay una emergencia de vida o muerte en su empresa. Llamo a mi madre, también a una hora de distancia, pero presumiblemente más desocupada. Respuesta: búscatelavida.com.
Se me pasa la risa floja. Hay que sacar la vena madre-coraje. O me las apaño yo o me dan por ahí mismo. Me tomo una coca-cola mientras levanto el brazo en plan Colón. La hemorragia afloja así que aprovecho para quitarme el trapo y hacerme un apaño menos escandaloso (¡no tenemos ni esparadrapo en casa!). Cojo al niño como buenamente puedo, le monto en el carro consiguiendo que no me roce el dedo y salimos a la calle, 10 minutitos andando hasta el centro de salud Hay gente que mira, voy empujando el carro con una mano, con la cara desencajada, los pelos pegados a la cara y un dedo ensangrentado. Miran pero nadie se ofrece a ayudarme, lo clásico.
Llego al ambulatorio. Cola de tropecientas personas en información. No tengo ganas de discutir, me pongo a la cola. Afortunadamemte una chica me ve la cara descompuesta y me cuela.
Por fin me atiende una enfermera, majísima. Sabes que te has seccionado un filetillo, ¿no?. Mi niño empieza a llorar. Está nervioso, no puede verme y las batas blancas, los potingues, y los armaritos le deben recordar a la pediatra. Me tumbo en la camilla y me muerdo la mano (la otra, claro), sacándomela a ratos para intentar consolarle. Al toquetearme la zona, la herida vuelve a sangrar profusamente. Si ya llevaba manchada la camiseta, ahora la falda también. Bromeo con la enfermera: ¿me vais a tener que poner una transfusión?, por lo menos podíais darme un bocata, ¿te traigo el trozo de dedo y me lo coseis?.
Este es el resultado:
PD2. Esto de ser madre es pasar a una versión 2.0 en toda regla. Si antes de tener a mi hijo hubiera visto mi dedo sin un cacho de yema, creo que me hubiera caído al suelo redonda. Sin embargo, mantuve bien la compostura, ¡cómo voy progresando!.