
Albert Einstein, con su habitual sentido del humor y socarronería, decía que “no entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela”. Atendiendo a esta acertada frase, parece lógico creer que enseñar a pensar para comprender cómo funciona nuestro mundo es una idea sensata.Ahora me gustaría lanzar una pregunta al aire: ¿Enseñar a pensar realmente nos enseña a ser más libres? No parece que esta cuestión tenga una respuesta sencilla, o tal vez sí. Quizá es tan obvia, que por simple no somos capaces de aceptarla. O puede ser que sea un tema excepcionalmente complejo. Veamos algunos detalles importantes.
Enseñar a pensar
El profesor Abilio de Gregorio, licenciado en Ciencias de la Educación y diplomado en Orientación Familiar, afirma que la reflexión ha de ser un acto disciplinado. En ella deben entrar en juego el pensamiento y la intención de querer pensar.
Qué es la libertad
Una vez establecemos la importancia de enseñar a pensar, debemos confirmar si esta acción realmente es óbice para hacernos más libres. Por ello se antoja necesario saber qué es con exactitud la libertad.El término libertad encuentra dos acepciones primordialmente aceptadas. Por un lado sería el derecho o facultad de las personas para elegir de manera responsable su forma propia de actuar en un entorno, medio o sociedad.En este sentido, caben entendimientos como la libertad de culto, la libertad de conciencia, la libertad de opinión, la libertad de pensamiento, etc. Es decir, es todo aquello en que los seres humanos podemos elegir siempre a través de nuestra facultad y nuestro derecho.Otra definición interesante para el término libertad sería la condición o estado de una persona que es libre, pues no está sometida a la voluntad de otros, está encarcelada o bajo un régimen que le constriñe por obligaciones, deberes, disciplinas, etc.¿Enseñar a pensar nos hace más libres?
Ahora llega el momento de contestar a la atrevida pregunta que lanzaba al comienzo del párrafo. ¿Enseñar a pensar nos hace más libres? La respuesta es obviamente que sí. Razonemos el porqué.Si entendemos la libertad como el derecho o facultad de una persona para elegir libremente su modo de actuación en un entorno determinado, es evidente que un individuo que piensa o “sabe pensar” tendrá inclinación por actuar libremente. Así, tendrá más capacidad que otra persona que lo haga sin reflexión o siguiendo unos patrones establecidos por su sistema de creencias heredado y asimilado, por su falta de conocimiento o por motivos similares.