Entendiendo a Emilia

Es casi media tarde y como siempre a esta hora Emilia aparece con alguna queja. Hoy me fustiga con mi timidez. Ella quien se creé para forzarme con que diga y diga. Está molesta, y desbarranca sobre mi. No quisiera dejar de comprenderla pero ese hilo delgado que va entre el asombro y la molestia se enreda en mi cuello y no me deja filtrar ni media palabra.Hoy está como nunca, camina de lado a lado como queriendo que invente desde adentro un sonido a primavera permanente.-No se puede Emilia -Sí que se puede-No soy tu imagen en espejo -Sos mi amiga-Y eso quéQue deberías escucharme, no hablo inventando historias a contramano para joderte. ¿No te enteraste que asaltaron nuevamente el negocio de la esquina?Si, fue hace media hora y pude ver la desesperación en el rostro de Susana, le temblaban las manos y las facturas parecían escabullirse debajo del mostrador entendiendo más que ella que la situación era complicada.Presenciar ese momento me recordó aquella vez que me contaste que te sentías nauseosa por no poder entender las ausencias. Se me nubló la vista, comencé a sudar frío y en mi cabeza las imágenes se sucedían de manera desordenada y sin nada que ver con lo que estaba ocurriendo.
- Ay Emilia un asalto es un asalto, nadie sale ileso de esas circunstancias- Noo, esto fue diferente, se me juntaron la lucha del bien y del mal en el mismo rincón del cerebro y las caras se me confundían. El ladrón me parecía un actor de cine pretendiendo meterme en su guión y Susana una torpe usurpadora de mi minuto de fama.- Puf - Ahhh como se nota que no le viste la cara al ladrón. Tenía las manos más suaves que haya podido ver en mi vida, ni en tus paseos oníricos te aseguro encontrarás la sombra de ese terciopelo.- Emilia llegaste atormentada con la tiranía de tu paranoia, los robos, las murmuraciones, un casi consejo, y esa preocupación de que mi timidez fuera usurpada y manipulada por las hendiduras de cualquier intercambio. Pero no, estás flasheada por la mirada del dolor. Fuiste abducida por la contradicción de un par de ojos en medio de un mar de facturas. Eso es todo.