Revista Literatura

Entre La Fiesta y los premios

Publicado el 16 octubre 2011 por House

Llegó tarde,pero ya estoy aquí. Estamos despidiendo a una semana extraña, en la que elmiércoles celebrábamos nuestra Fiesta Nacional, bañada con aromas de jotasaragonesas y novedades protocolarías en los actos institucionales que, como yaviene siendo tradicional, se celebran en Madrid. Ni eran todos los que estaban.Ni estaban todos los que eran. Caras nuevas, otras rancias que no son tannuevas, y otras sobradamente conocidas, pero que tienen que asistir porque yasaben que ciertas prebendas tienen implícitas ciertas responsabilidades. Peroel momento así lo requería, y quién siempre ejerce de anfitrión cuenta, entreotras muchas habilidades, con la capacidad de aglutinar sin dividir. Loimportante es sumar, diría algún galeno que otro. Gallego para más señas.Y ayer se fallóel Premio Planeta. Punto y aparte. El certamen más prestigioso de las letrasespañolas, después del Cervantes y del Premio Príncipe de Asturias de lasLetras, se falló anoche en la capital del modernismo, en la que Leo Messi es undios y Pep Guardiola, el Espíritu Santo. No entraré enla tan manoseada dialéctica de si hay tongo o no alrededor de este premio, perosí quiero hacer una reflexión serena de la importancia de estos certámenes. Enun mundo literario –y no literario-, diseñado a golpes de talonarios y detarjeta visa, la verdad es que los premios literarios, en ocasiones, son unperfecto elixir para respirar decencia y moralidad, aunque cierto es quealgunos de ellos chorrean mugre por todos sus poros, moho por su columna vertebraly roña por la boca. Pero dicho esto, también es justo y necesario alabar ybendecir con loas a aquellos premios que destilan transparencia, nitidez y decenciade la cabeza a los pies. Lo más cruel que puede existir en el mundo literarioes que víboras sin escrúpulos jueguen con la ilusión y el dinero de losautores. Desgraciadamente, esta plaga de ratas de alcantarilla, cunden en demasiadano sólo por las cloacas del panorama literario, sino también por la zona mássuperficial de los premios literarios.Resulta lógicoque obtener un premio literario es un buen empujón para llegar a fin de mes,amén de un empujón social y mediático para abrirse paso en un territoriodominado por el orín y la desvergüenza. Pero resulta, cuando menos vergonzoso,el hecho de que un escritor –novel o no- participe en un certamen literario,entregando lo mejor de sí mismo para que finalmente, el premio esté concedidoen la sombra. En mi tierra a eso se le llama atraco, y quién comete, no es unatracador. Se trata de un golfo, para empezar, y para acabar, un pringosousurero. Hace variosaños me contaba un escritor de reconocido prestigio que en cierta ocasión sepresentó a un determinado premio literario. Una vez finalizado el plazo depresentación de originales, un día le llamaron para decirle que era uno de losfinalistas (al parecer había varios), y que el fallo del Premio se iba aproducir en el marco de una comida a «la que él no estaba invitado». Él mecontaba la anécdota, por llamarlo suavemente, y me decía que con aquella expresión,él entendía que otro –u otros-, sí estaban invitados. Es decir, eran esos –o ése-,los candidatos a la obtención del premio.

Este modus operandi resulta tan asqueroso como sanguinarioporque estamos hablando de corrupción pura y dura. Pero, como decíaantes, lo más grave de todo no es esta corrupción como tal, sino el hecho dejugar con la ilusión y la tenacidad de cualquier escritor en su trabajo diario.Desgraciadamente, el pan nuestro de cada día. Ahora que empezamos a respirar aromaspreelectorales, sería importante que los grandes salvadores de la patria, ésosque se recrean en mensajes grandilocuentes teñidos de mentiras encubiertas ygrandes profesas que jamás cumplirán, tomen buena nota de estos comportamientosy adopten las medidas necesarias para que estos tiparracos no sigan robando lossueños y esperanzas de quién realmente quiere caminar por la senda limpia de laescritura creativa, más allá de egos mercantilistas. Intuyo que esto será una utopía, Nadie va a hacernada. Esta tribu de malhechores seguirán actuando impúdicamente y con totallibertad porque nadie pondrá limites a estas hazañas. No interesa. Es mejormirar para otra parte, y recrearse en vender una imagen totalmentedistorsionada y ficticia. Importan las cifras y la pringue. No las personas y su esfuerzo.



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