Te leo entre líneas e invento lo que quieres decir. Quizás incluso adivine lo que eres, lo que debes, lo que quieres, lo que lloras, lo que fuiste y eres.
Te leo entre duras líneas y entre inviernos interminables, entre infiernos helados y ardiente frialdad.
Te leo y, a pesar de que no te debería entender, te entiendo.