Revista Diario

Entre líos y aprendizajes

Publicado el 13 marzo 2018 por Elizabeth Garcés @Elizabe18542408

Las comparaciones eran inevitables y llegaron bien rápido, se apretujaban en el cotidiano y se convirtieron en nuestras compañeras…. capitalista. No eran las “compañeritas” de la isla, ¡ que va! , estas venían del país galo.

Lo comparábamos todo, creo que es algo muy usual cuando se cambia de país. En Francia nos veíamos las caras porque no había el cotidiano  ” apagón ” ,  los comercios estaban repletos de comida y la gente demostraba tener de todo, lo contrario de Cuba. Yo íba  pronto el verdadero significado de la palabra : apariencia. Era una niña todavia y acababa de salir del país al que llamaban comunista,  en el que muchas cosas iban mal por lo que un pais en el que no había comunismo todo tenia que ir bien. Esa era mí manera de pensar dentro de una infancia que no entiende nada de nada. Lo contrario de lo que conocía era semejante al Paraiso.

Entre un ” oui” y un “merci” no entendíamos ni una sola palabra. Un francés despliega una verborrea como un rio que corre sin rumbo….hablan mucho para al final no haber dicho nada en concreto, así que,  nosotros nos situábamos en ese planeta que se llama: ” en babia”, como decimos los cubanos. En las oficinas a las que ibamos para arreglar los papeles siempre venía alguien que hablaba un poco de español, obra bendita de la proximidad de España.” Santa España”  nos salvo en un sin fin de ocaciones.

Un primo de mi abuelo nos acogió en su casa.  Una persona maravillosa,  muy buena gente. Se sintió feliz por tener en su casa a una parte de la familia cubana. Vivía en un pequeño edificio de tres apartamentos, lo construyó su padre y tras la muerte de este lo heredó su único hijo, el primo Gerard. Había un problemita de talla,  el primo no estaba solo puesto que en aquel edificio también vivia una anciana de apellido Feret.

Madame Feret ocupaba el apartamento situado en la segunda planta mientras que Gerard vivía en uno mas pequeño en el ultimo piso. Según nos enteramos la mujer había entrado en la familia como criada, se convirtio rapido en la amante del padre del primo Gerard. El respetable Monsieur relego a un segundo plano a su esposa. La Feret se convirtió en la jefa de la casa en cuanto la pobre engañada murió.

Una víbora la vieja Feret. Tenía casi ochenta años y un singular diente negro que le daba un toque de bruja cuando lanzaba su estruendosa risa. Muy amiguita del dinero y no podía negarlo puesto que era tan evidente que ocultarlo resultaba imposible.

Según ella, el difunto padre de Gerard le dejó la encomienda de velar por su hijo una vez muerto él sin embargo siempre he pensado que la famosa “encomienda” se la impuso ella solita para mejor controlar el dinero y las propiedades del hombre.

¡ Líos de familia !


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