Desde niño siempre me había gustado hablar con la gente de más edad! Quizás porque soy el pequeño de cuatro hermanos y con diferencia de edad sobre el siguiente, siempre he tratado a personas mayores que yo. Me gusta escuchar sus historias, anécdotas, su filosofía de la vida y cómo dan lecciones sobre como vivirla lo mejor posible! La perspectiva histórica da una visión singular de lo que pasa en nuestra vida y de las lecciones que hay que aprender en ella. La relatividad que otorga la edad desdramatiza muchas de las circunstancias que nos rodean y uno aprende a quedarse con lo esencial de ellas y a tener paciencia, esperando que el tiempo y la propia vida diga la suya en el momento oportuno! Pero es mejor no tener que llegar a la tercera edad para emprender el camino…
En estos últimos días he tenido la ocasión de charlar con diferentes personas de una cierta edad, mal llamada tercera edad. Cada uno a su estilo me ha demostrado que vale la pena escucharles, aunque sea para aprender su particular manera de haber vivido la vida! No obstante, después de las variopintas charlas que he mantenido con diferentes personas de esa edad, me doy cuenta de que, a pesar de su experiencia de la vida, hay mucha resignación en cada una de ellas y una cierta nostalgia en el fondo de su mirada! Cada uno a su manera, parece haber aprendido la mejor manera para desenvolverse en el mundo que nos ha tocado vivir! Parecen haber aprendido a resultar casi ilesos de lo que pasa a nuestro alrededor, en este loco mundo nuestro! Pero tras sus palabras se esconde mucha resignación por lo que pudo ser y no fue en su vida… más que orgullo por lo que llegó a ser! Y esto, lamentablemente, no es un privilegio solo de los ancianos…
Ahora creo que no es una cuestión de edad lo que nos otorga sabiduría, que poco tiene que ver con la inteligencia que esas personas de cierta edad han adquirido con el tiempo! La inteligencia te permite adaptarte al medio y a salir bien parado! La sabiduría, en cambio, te enseña a sentirte vulnerable sobre lo que pasa a nuestro alrededor, pero siempre encontrando el sentido a todo lo que vivimos, lo que da firmeza. La inteligencia te enseña a huir de ti mismo lo suficiente como para no resultar dañado, mientras que la sabiduría te enseña a aceptar la vida tal como es, a confiar en ti mismo y en tu propia capacidad de gestionar lo que llegue a tu vida! La inteligencia, según parece, invita a dar lecciones magistrales a los demás sobre cómo gestionar la vida, mientras la sabiduría te enseña, en todo caso, a compartir el sentido esencial de las cosas, pero sin pretender categorizar sobre ellas, ni mucho menos enseñar a alguien cómo debe vivir su propia vida, aceptando que en ella hay siempre luces y sombras!
Siempre había pensado que la gente mayor nos mostraban nuestro camino ideal a los más jóvenes… y resulta que muchas veces nos enseñan qué camino no debemos tomar! Creo que cada uno tiene su propio camino… y evitar -como muchos hacen- lo que nos hace sufrir en él no es la manera de mostrar el verdadero camino, sino que es la mejor manera de no vivir la vida tal cual es! Ahora entiendo la nostalgia que he sido capaz de ver en la mirada de estas diferentes personas de edad con las que he conversado estos últimos días… y, en algunos raros casos, la felicidad reencontrada -y vivida con retraso y urgencia- cuando apenas queda ya tiempo para disfrutarla! El idealismo parece haber sido difuminado en el tiempo y la sola resignación ante la cruda realidad ha ocupado su lugar! Ahora más que nunca creo que esa concesión -con resignación ante la cruda realidad-, no depende de la edad ni de las circunstancias, sino del espíritu y el corazón!
Siempre recordaré a mi abuela materna que, hasta sus 98 años de edad, habiendo vivido una vida llena de momentos felices e infelices como todos -perdió a su marido siendo joven, luego a una hija de veinte años y al único hijo de ésta, entre otras circunstancias, como la guerra, la postguerra…- nunca perdió el brillo de su mirada ante lo nuevo y sorprendente de la vida que vivía en su vida cada día, hasta que falleció! Tenía razones suficientes en su vida como para haber vivido con resignación y nostalgia su existencia, pero siempre prefirió recibir con ilusión cualquier acontecimiento que pudiera celebrar, como el nacimiento de cualquier hijo, nieto o biznieto, o cualquier otra ocasión para celebrar la vida! No era una mujer de sonrisa fácil, pero el brillo perenne en sus ojos, sus silencios llenos de miradas sinceras pero discretas y la ausencia de lecciones recitadas a nosotros sus menores, precisamente demostraron su firmeza y, a la vez, su innato optimismo! Poco amante de hablar por hablar, su propia vida nos sirvió de modelo a los que tuvimos el privilegio de descifrar su mirada y sus silencios! Ahora siento que fue un ser excepcional… y en su mirada sincera casi nunca encontrabas nostalgia y resignación!
Seguirá…
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