Entrevista a Félix Jaime Cortés, autor de El hombre de Grafeneck

Publicado el 16 septiembre 2012 por Blancamiosi
Félix y yo nos conocemos desde hace unos cuatro años, como consecuencia de un comentario o reseña que él hizo de mi novela La búsqueda. Nunca olvidaré el momento en que mis ojos recorrían con emoción su increíble reseña, no solo porque hablaba muy bien de mi novela, sino porque lo hacía una persona absolutamente desconocida, a pesar de que habíamos frecuentado el foro literario Yo Escribo, pero en épocas diferentes. Nuestra amistad se ha fortalecido con el paso del tiempo porque los eventos en nuestras vidas lo hicieron posible, por ello quiero acercaros a Félix, una persona humana, sincera y como algunos de ustedes ya conocen, un magnífico escritor.
¿Desde qué edad escribes, digamos en serio, Félix?
― Escribía relatos infames para los amigos cuando tenía dieciocho años, más o menos, sin ninguna pretensión más que la de plasmar en un papel las tonterías que se me ocurrían. Empecé a tomármelo como afición seria más o menos con treinta años. Fue entonces cuando empecé a comparar los relatos que escribía a esa edad con los anteriores, y comprobaba que el estilo y la temática habían mejorado bastante. Escribí la primera novela con treinta y cinco
Tengo la impresión de que en tus novelas, (y he leído varias) siempre hay un poco de Félix en el protagonista. ¿Lo haces de manera consciente?
― Unas veces de manera consciente y otras no. Creo que los personajes que inventamos tienen bastante de nosotros mismos, y no sólo los protagonistas. En mi caso, sale bastante de mi forma de pensar en los momentos melancólicos o en las conversaciones más o menos trascendentales que mantienen los personajes. Supongo que es algo inevitable. De forma consciente también modifico y exagero algunos rasgos de mi personalidad para dotar a la novela de algún pasaje humorístico. Eso es algo que creo que hacemos todos. Nuestras experiencias nos ayudan a elaborar el carácter del personaje, y la observación de lo que hacen los demás también ayuda mucho. Me considero un buen observador de las personas. Me fijo a veces incluso en las que menos hacen para llamar la atención.
¿Cuál fue la época de tu vida que crees fue crucial para que te dieras a fondo en la escritura?
― Esa pregunta la tengo muy clara, jajaja. Fue en 1999, cuando comencé a trabajar fuera de mi ciudad. Llenaba escribiendo y leyendo los espacios muertos, las tardes y gran parte de la noche. No soy de salir mucho, ni de ver la televisión, así que escribía durante toda la semana. El estar sólo en casa, en pisos alquilados que tampoco requerían demasiada atención por mi parte, facilitaba realizar una actividad que considero además la única, fuera del trabajo, en la que no tengo la sensación de estar perdiendo el tiempo.
¿Crees que la escritura es una evasión o una terapia?
― Las dos cosas. En el caso que te he comentado antes, cuando trabajaba fuera de casa, era una forma de evasión, de desconectar el día a día y como medio para relajarme. En otras circunstancias muy duras de mi vida, la de la enfermedad de Pilar, mi mujer, que tú conoces bien porque estuviste a mi lado a pesar de la distancia, y que viviste poco después que yo, escribir me servía como terapia. Mientras imaginaba escenas, ambientes o diálogos, paliaba de alguna manera el dolor del día a día, distrayendo al cerebro con otras cosas que no fueran las esperas en los hospitales, las sesiones de quimioterapia o los bajones de ánimo.
De las novelas que has escrito cuál piensas tú que es la mejor?
El hombre de Grafeneck, sin duda. Cada novela que escribo me parece mejor que la anterior, salvo la que escribí antes que esta, que me salió fallida por un error de concepto por mi parte. Menos mal que me avisaste. La segunda mejor es Spanish Psycho, y estoy arreglando La danza oscura, la segunda que escribí. De la primera prefiero mejor no hablar. Era simplemente infumable, jajaja… Son en total cinco novelas. La primera, La danza oscura, Spanish Psycho, la tercera, y El hombre de Grafeneck.
Cuéntanos qué sentiste cuando te llamaron de Planeta por haber quedado entre los diez finalistas del Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio, una noticia que mantuviste en absoluto secreto, por cierto.
― Ja ja ja… Sentí un subidón de adrenalina espectacular Me llamaron al móvil cuando estaba sentado en mi mesa de trabajo, y me tuve que salir al pasillo porque casi no podía contener la alegría. La verdad es que lo de que había quedado entre los diez primeros del Alfonso X el Sabio me lo dijeron más tarde, cuando ya había firmado el contrato con ellos. En aquella ocasión me dijeron que les interesaba mucho mi novela, que se la habían leído y les había gustado. Me llamó la editora. Ella también se la había leído, algo que me sorprendió muy agradablemente. No se puede describir con palabras ese momento, me resultó increíble. Y sí, es verdad, guardé el secreto. Alguien al que estimo mucho me enseñó una vez que no había que vender la piel del oso antes de matarlo. Hasta que no se materializó el contrato no se lo dije a nadie, excepto a mi familia más cercana.
¿Qué aprendiste de publicar por medio de una editorial?
― Bueno, la verdad es que es muy pronto todavía para asimilarlo. Piensa que el libro salió a la venta el viernes 14 de septiembre, en un sello, Tagus, que cuelga de Planeta pero que comienza su andadura en la edición digital. Lo que sí he podido percibir hasta ahora es la profesionalidad con la que funciona un grupo como Planeta. Me hicieron una corrección de la novela incontestable, perfecta. Es un mundo muy diferente al de la autoedición, en la que cada uno hace lo que puede, lo que sabe y lo que cree que será mejor para su libro. El sello Tagus es nuevo, pero se nota perfectamente que detrás de él existe una poderosa artillería.
¿Estás escribiendo actualmente?
― Estoy preparando otra novela, pero hasta este momento sólo tengo la idea principal y una parte de la estructura. Se trata de recuperar una novela inacabada que empecé hace cinco años. Resulta curioso, pero repasando los capítulos que escribí, se reflejan situaciones que se están dando actualmente en nuestro país, como las malas condiciones laborales y salariales, en las que hemos retrocedido mucho sin apenas darnos cuenta.
¿Qué piensas de las redes sociales?
― Bueno, las definiría con la canción de Mecano, “no puedo vivir sin ellas pero con ellas tampoco”, jajaja. Creo que las redes sociales nos muestran lo mejor y lo peor de nosotros mismos. De la misma manera conoces gente interesante y tocada del ala, a la que no le importa soltar sus fantasmas, sus prejuicios y sus tonterías explotando el anonimato que proporcionan las mismas redes. Lo importante de las redes es la cantidad de personas a las que pueden llegar, y en todo el mundo. Yo, que soy un negado para todo esto de las redes e Internet, comencé a utilizarlas para publicitar mis novelas en Amazon, y al final me quedé enganchado con la gente interesante a la que conocí. Es inevitable, atraen y repelen a partes iguales, y son incontrolables. No tienes más que ver la que se ha liado con el “Ecce Homo” de Borja, o con las primaveras calientes de los países árabes. Sin las redes sociales hubieran resultado impensables sucesos como esos.
Sé que frecuentas poco Facebook y Twitter pues eres un hombre muy ocupado, pero háblame de tu experiencia en ellas.
― Se resume en lo que te he contestado a la pregunta anterior. Son las únicas redes que utilizo, y la finalidad al principio era hacer publicidad de mis novelas. En FB me he enganchado varias veces a diálogos interesantes hasta las seis de la mañana, y entro prácticamente todos los días. Tengo bastantes amigos con los que hablo con mucha asiduidad. Gracias a FB pude contactar con antiguos alumnos del colegio en el que estuve hasta COU, y recuperar una buena amistad. Twiter lo utilizo menos, a pesar de reconocer que llega a mucha más gente. Es más efectivo para la publicidad y para ciertos encuentros multitudinarios, pero inútil para afianzar la amistad con alguien. A mí sólo me ha servido, si he coincidido en ese momento en Twiter con algún amigo, para salir de ahí y chatear con él en FB o Gmail.
Y ahora pasemos a un terreno más personal, para aquellas admiradoras (que son muchas) ¿Crees en la amistad entre un hombre y una mujer?
― Por supuesto. A la vista está. Míranos a ti y a mí, jajajaja… No, en serio, claro que es posible, y es más, en muchas ocasiones puede resultar más profunda que la amistad entre dos hombres. Todos tenemos nuestro lado femenino y masculino, y muchas cosas que nos interesan a ambos. Yo partiría de la definición de “amistad”, pero eso podría dilatar la entrevista hasta el infinito. Para unos significa una cosa y para otros otra diferente. Hoy en día existe el concepto de “amistad con derecho a roce”, por ejemplo. Tengo buenas amigas, y buenos amigos, claro.
¿Eres tímido con las damas? Y si es así, ¿por qué?
― Soy tímido, a secas, tanto con las damas como con los caballeros, jajaja… Esa es una pregunta que llevo haciéndome desde que me conozco, y no te sabría responder por qué. Supongo que tendrá algo que ver con la percepción que uno mismo crea que tienen los demás de él. Soy tímido al primer encuentro, después me vuelvo inaguantable, jajaja. Y cada vez lo soy menos, antes me costaba un trabajo inmenso hablar en público y ahora no tengo ningún problema (o eso creo, al menos). Aunque todavía me sigo sonrojando a veces, algo que divierte mucho a las mujeres por lo entrañable que resulta ver ruborizarse a un tipo de más de cincuenta años.
¿Qué piensas de la gran cantidad de mujeres que publican? ¿A qué crees que se deba ese boom?
― A que las mujeres leen más que los hombres, y para ponerse a escribir resulta un requisito imprescindible haber leído con anterioridad. Y no creo que sea un boom, se viene dando desde mucho tiempo atrás. Lo que no sabría ubicar en el tiempo es el momento en el que cambió la tendencia, pero no creo que coincida con la aparición del libro digital. Creo que tiene más que ver con la importancia que han ido adquiriendo poco a poco los best sellers.
¿Cuál crees que sea la diferencia entre una novela escrita por una mujer de la escrita por un hombre? ¿Es posible diferenciarlas?
― Algunas veces sí. Es difícil de explicar. Cuando leí “El 8”, por ejemplo, detectaba ciertos pasajes referidos a uno de los protagonistas, el bueno, en el que era descrito como un tipo apetecible sexualmente. Eso es algo impensable si el que escribe es un hombre. La mujer descrita por un escritor resalta más por sus rasgos seductores y los que más la convierten en objeto de deseo. Creo que se puede distinguir en las descripciones de un hombre que hace una mujer, y viceversa. Salvo en tus novelas, por supuesto. Ya te lo he comentado muchas veces, que si me gusta tu forma de escribir es precisamente por ese rasgo, porque resulta imposible saber si la novela ha sido escrita por un hombre o por una mujer.
Volviendo a El hombre de Grafeneck, hay dos historias que transcurren paralelas: una en los años del nazismo y otra en nuestros días, a medida que avanzan se van juntando y déjame decirte que lo hiciste de manera magistral. En la parte que corresponde a la época contemporánea, el escritor sin musa conoce a una mujer mucho menor que él, y de pronto mantienen relaciones sexuales. No digamos que amorosas, porque no se plantea en la novela, es más consecuencia de las crisis de ambos. ¿Cómo se te ocurrió algo así, cuando en la mayoría de los casos el amor es uno de los ingredientes principales de toda novela?
― Te respondo con otra pregunta. ¿Es posible enamorarse cuando se ha sufrido una tragedia como la que ha sacudido a Sandra y Bernardo? Sandra y Bernardo amaban intensamente a sus respectivas parejas, y los perdieron a ellos, no al amor que sentían por ellos. Uno se divorcia, se separa, y el amor se diluye o incluso se transforma en rencor, pero ante la muerte del ser amado, el amor permanece, al menos durante el tiempo de duelo, que es muy variable, como ya sabes. Hay amor en la novela, mucho amor, creo, pero hacia las personas que se han ido. Lo del sexo es diferente. Surge como una especie de catarsis, como una válvula de escape, como uno de los primeros síntomas para cada uno de ellos, si quieres, de que la etapa de duelo está empezando a suavizarse. El amor surgirá seguramente entre Sandra y Bernardo, pero ambos son dos personas maduras, y dos personas maduras no se enamoran nada más verse, o al menos no es lo habitual. Hay lectores a los que les extraña, por cierto, una relación entre una persona mayor como Bernardo y una joven como Sandra. A veces Bernardo es como un niño y Sandra es muy madura, así que se trata de una relación normal. La edad que cuenta es la de la cabeza, no la del cuerpo.
A mí esa parte en particular me gustó mucho, porque es realista. No es la típica novela rosa, en la que una mujer hermosa se enamora del protagonista perfecto. ¿Te sientes identificado con Bernardo Soto?
― En muchos aspectos, pero también me faltan algunas cosas que he puesto en él y que más que tenerlas, me gustaría tenerlas. A veces idealizamos nuestra vida en los personajes que creamos, los plasmamos tal y cómo nos gustaría vernos a nosotros mismos. Es nuestra potestad, para eso los creamos, jajaja. Cuando más me parezco a Bernardo es en los momentos en los que recuerda su relación con Araceli, su mujer. Y en lo que más me gustaría parecerme a él, es en su sentido del honor, en sus valores y en su libertad, que la tiene aunque ni él mismo sea consciente de ello.
Félix, ha sido un verdadero placer conversar contigo, espero que algún día podamos hacerlo en persona, mientras tanto, recibe un abrazo y mis mejores deseos de éxito en tu nueva andadura con una editorial como Planeta.
— El placer ha sido mío, Blanca, y espero recibir pronto ese abrazo en persona. Te agradezco tus buenos deseos para la novela.
Félix Jaime Cortés nació en Madrid en 1961. Es viudo y tiene un hijo. Estudió Arquitectura Técnica en Madrid, profesión de la que vive actualmente. Su logros literarios más significativos:
Primer premio del concurso de Relatos "Villa Rentería" en su edición de 1994, con El instante eterno.
Finalista en el concurso de relatos del portal Yo Escribo en su edición 2007, con La cabeza del ratón.
Finalista en el concurso de novela del portal Yo Escribo en su convocatoria del 2008, con El perfecto revisor.
Ha publicado la novela Spanish Psycho en Amazon, y El hombre de Grafeneck con el sello digital Tagus, perteneciente al grupo Planeta.

Sus blogs:
http://impresionesdefelix.blogspot.com.es/http://relatosdefelix.blogspot.com.es/http://librosdecabecerafelix.blogspot.com.es/http://peliculasdefelix.blogspot.com.es/
El blog de Tagus:  http://noticiascasadellibro.es/
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