Revista Literatura

Entrevista a Hellen Goodbridge III

Publicado el 07 marzo 2014 por Leon
Septiembre de 2058, Entrevista a Hellen Goodbridge III
E: Y entonces llega un día en el que dices: hasta aquí hemos llegado.
H: Bueno, no es un día, así mágicamente como en las historias de héroes. Fue como una consecución de inquietudes.
E: ¿La mayor?
H: (Piensa) Quizás, el vacío. Cuando pasaron los disturbios hubo un tiempo en el que parecía que nadie seguía vivo y eso me aterraba, quedarme allí y morir me parecía la misma cosa, así que empecé a salir. Buscaba comida y volvía, hablaba con alguien y volvía,...
E: ¿No sufrió ningún ataque durante ese tiempo?
H: Por supuesto, vi de todo. Reinaba el caos y la violencia en las calles, pero poco a poco la gente iba retomando los distintos espacios. Había cosas terribles que se veían y otras que seguían sin admitirse aún en aquella situación. Te podría contar mil encuentros, pero por lo general me movía por donde me tenía que mover, y actuaba como tenía que actuar, y conseguía salvarlo, pero...
E: ¿Algunas? Perdón...
H: Si. Pero como te decía, si no salía fuera, moriría dentro.
E: Entiendo. ¿Alguno de esos encuentros que recuerde peor?
H: No lo sé. La frontera quizás, acercarte a los límites de la ciudad era la muerte, allí muchos futuros muertos habían hecho barricadas para que no entrase ni un solo inmigrante más. Allí vi morir niños, mujeres, compañeros,... Era un horror sin sentido: solo se ocupaban de una franja de terreno, como acto desesperado de reivindicación sin importarles nada más. Nunca me acerqué demasiado pero cada vez que tenía que pasar cerca vivía un miedo horrible.
E: Entiendo. Y luego desaparecieron.
H: Sí, con el tiempo desaparecieron todos los radicales, conforme iba volviendo todo a la normalidad.
E: Usted fue una de las que logró esa vuelta a la normalidad, ¿cómo empezó a gestionar el hospital?
H: Antes de empezar a salir, cuando todavía reinaba el caos, registraba la casa de los Goodbridge una y otra vez, como buscando una ventana secreta a no sé qué mundo. Intentaba evadirme de todo aquello, sobre todo cuando golpeaban las puertas, o prendían hogueras en la calle. Encontré los datos de todas las empresas de la familia, entre estas la del hospital. Eran muy meticulosos. Y las leía, incluso soñando que yo dirigía aquellas cosas que leía. Pero era en mi imaginación, como un juego, ni imaginar que aquello pudiera convertirse en realidad.

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