De la colección de NatAlia Quntana en Pixabay.
Ayer tuve la entrevista de inicio de curso con la maestra de B.
El fin de semana estuve pensando cómo le presentaría mis demandas, porque me queda claro que cuando las personas se sienten atacadas se ponen a la defensiva y cuando se sienten criticadas suelen sentirse atacadas. Además, valoro como "de alto rango honorario" a las ocupaciones alrededor de la educación infantil, así que trato de conducirme con toda la consideración de la que soy capaz.
Resolví exponer preocupaciones en lugar de presentar demandas y, en todo caso, hacer peticiones lo más concretas posibles; sobre todo, llegar con una actitud de escucha, con la mente abierta. Y creo que funcionó.
Descarté que tuviera una actitud negativa hacia B; además, me pareció sinceramente interesada y dispuesta a dedicarle el esfuerzo necesario. Me gustaron sus propuestas y el modo en que asumió que alguna de ellas es cuestionable, pero es lo que se le ocurre y lo que puede implementar.
Cuando terminó con el formato que iba llenando con mis respuestas, preferí no decir nada sobre las cuestiones puntuales que me apuran de su trato al grupo (un niño dijo que "les grita mucho", a una niña la regañó y la dejó sin estrellita por platicar -el segundo día del curso, en segundo grado-) porque noté diferencias; por ejemplo, ya fue a recibir a los niños al inicio de la jornada para saludarles. Tal vez los primeros días pasó por un mal momento o recibió retroalimentación. Creo que lo mejor es darle el beneficio de la duda y estar atenta. Puede que se vaya "soltando" y/o vayamos conociendo lo bueno que tiene "su modo".
Solo le dije que estaba preocupada de que B no pudiera hacer un buen vínculo con ella, ya que seguramente B no pondrá de su parte, por lo que ese vínculo dependía de ella -de la maestra-. Si alguien me pregunta qué me respondió, la respuesta sería "nada". Pero no se quedó callada ni me ignoró; hizo algo así como trazar una hipótesis de trabajo a partir de mi declaración.
Lo que te implica emocionalmente, te espejea.
La maestra de B es exactamente como yo soy en otra dimensión: como yo habría sido de seguir un camino que cambié por otro. Hay suficiente de ella en mí como para que nuestro encuentro sea una buena lección.
Claro que me habría gustado una maestra alegre, cariñosa y enfocada en resaltar lo positivo; pero creo que es aceptable con que no sea adusta y respete las necesidades de las criaturas. Solo toca asegurarme de llenar a B de muestras de afecto para que, en palabras de Gary Chapman, su tanque de amor esté lleno.
Silvia Parque