—Pues ahora que ya te conocemos un poco mejor, veamos qué respondes a mi particular cuestionario Proust.
1. ¿Qué rasgo de tu personalidad como escritora destacarías? Escribo hasta cuando no tengo teclado delante, mentalmente. 2. ¿Qué cualidad esperas de un escritor o escritora? Emoción. 3. ¿Qué esperas de tus amigos cuando les das a leer un manuscrito? Sinceridad ante todo, que no sean complacientes sino críticos. 4. ¿Cuál crees que es tu principal defecto a la hora de escribir? No tener horario, ni constancia. 5. ¿Cuál es tu ocupación favorita? ¿Aparte de escribir? Leer y cocinar por placer y no por necesidad.
—Estupendas respuestas, me quedo con tu lema. Y hablando de otra cosa, a partir de mañana tendremos en todas las librerías, de la mano de Ediciones B, tu novela Detrás del cristal. Háblanos de ella. —Es lo más difícil de este cuestionario. Detrás del cristal es hija mía y puedo ponerle virtudes de esas que solo vemos las madres o me puede pasar lo contrario, quedarme corta por miedo a que no me toméis por una madre-fan. Intenté contar una historia de amor con un principio atípico, que para eso es literatura y no un periódico, pero en medio se cruzaron pensamientos, el tema de los malos tratos se plantó como fondo amargo de una comedia. Cuando me preguntaban qué estaba escribiendo, mientras la creaba, todo el mundo ponía cara de "esta está como una cabra" pero al final salió algo bueno porque a mí me ha dado la oportunidad de mi vida. Me gustan los personajes, ese Pablo que sin decir una sola palabra te conquista, Andrés y Ana que se van deshaciendo de sus miedos... Raquel, cuya amarga historia es tan parecida a la de tantas mujeres que alguna vez pensé que ojalá sólo existiera en la ficción. Y me gustan las frases que se me escaparon porque ahí, yo también perdí el miedo.
—Pues hemos terminado. Espero que Detrás del cristal obtenga en papel tantos lectores como merece. Es una historia preciosa contada de un modo impoluto. A mí me duró tres días y sus personajes han entrado a formar parte de mi memoria literaria.
Muchas gracias por venir, Mayte. Ahora que ya conoces el camino, vuelve cuando quieras.
—Muchas gracias por invitarme a tu casa, Antonia. Se siente uno muy bien aquí. Me ha encantado sentarme a charlar contigo y como creo que cuando te invitan a un lugar es bonito tener un detalle... te voy a regalar un nombre: Candela. Quédatelo y dentro de un tiempo, no sé cuánto, me cuentas.
Podéis encontrarla en su blog El espejo de la entrada.