ENTREVISTA Meryl Streep, en el estreno de 'Los papeles del Pentágono' el pasado día 10 en Londres. DANIEL LEAL-OLIVAS AFPPABLO GUIMÓNLondres 23 ENE 2018 - 13:48 CETPortar durante décadas la medalla a la mejor actriz viva de Hollywood puede llegar a convertirse en algo, digamos, carente de emoción. La propia Meryl Streep (Summit, Nueva Jersey, 1949) se permitió bromear sobre su condición de estrella incuestionable al recoger su tercer Oscar en 2012. “Cuando dijeron mi nombre sentí que podía escuchar a media América diciendo: ‘Oh, no. Ella, otra vez”, soltó la única intérprete que atesora 20 nominaciones, mientras sujetaba la estatuilla en el escenario.Cinco años después, Streep recogía el Globo de Oro de honor a su trayectoria (que se sumaba a los ocho que ya había recibido durante la misma). Pero en esta ocasión prefirió regalar a los periódicos titulares en forma de elegantes mandobles verbales a Donald Trump. Sus palabras merecieron el inevitable decreto en 140 caracteres del presidente tuitero, que la llamó “lacaya de Hillary” y “una de las actrices más sobrevaloradas”. El discurso se hizo viral y proporcionó a Streep su hueco de honor en la diana de la ira republicana.“Atacarnos es fácil y genera mucha atención”, reconoce Streep, en un encuentro con un grupo de periodistas en Londres el pasado día 11, con motivo del estreno de Los papeles del Pentágono, antes de las nuevas Marchas de las mujeres que este fin de semana han sido convocadas contra Trump en numerosas ciudades, al cumplirse un año de la investidura del presidente estadounidense.“Podemos ser percibidos como frívolos, con nuestros nombres escritos con grandes letras iluminadas. Todo eso, la parte más tonta de nuestro trabajo, nos convierte en idóneos para ridiculizar. Pero ahora asistimos a una coalición de Hollywood con otros muchos grupos desautorizados por el presidente. Con la comunidad artística, con los medios… Eso va a ser una alianza muy poderosa”.Todo bien. Streep nunca ha ocultado sus ideas progresistas. El problema fue cuando los golpes le empezaron a llegar del otro extremo del espectro político. Saltó el escándalo de Harvey Weinstein. Y hubo quien vio en el silencio inicial de la gran dama de Hollywood complicidad con el depredador sexual. “Tu silencio es el problema”, le espetó la mismísima Rose McGowan en Twitter.Pero Streep, lejos de callarse, abrazó con pasión la campaña de Hollywood contra la discriminación y el acoso sexual. Todo ello ha provocado un inesperado despertar político de la actriz. Y parece cómoda en su nuevo papel.“Estamos ante un cambio sísmico global”, advierte. “Es como un avión que se construye a medida que avanza por la pista de despegue. Es un movimiento muy interesante para estar implicada, porque no hay una jerarquía. No se sabe quién es el mandamás, es como una colmena de abejas. Más y más gente se une, pero nadie está ganando dinero con ello y se están moviendo muchas cosas. Eso es bueno, porque necesita volar. Debe alumbrar a otras industrias, a las empresas, los Gobiernos, la Iglesia, el Ejército. Las desigualdades y el desequilibrio del poder no suceden solo en Hollywood. La explotación de las mujeres, de su trabajo, de su reticencia a dar un paso adelante, es algo que atraviesa toda la sociedad. Este movimiento crece y lo más alentador es que siento que no es un episodio aislado. No creo que vaya a desaparecer. Ya no hay marcha atrás”.El encuentro con la actriz coincide con la publicación de la carta de un grupo de artistas francesas, encabezadas por Catherine Deneuve, que alertan contra una ola de nuevo puritanismo. Streep prefiere no entrar al trapo hasta leer con detenimiento el texto, pero sí quiere señalar que la frontera está clara. “¿Creo en ligar? Absolutamente. Coquetear nunca será ilegal”, explica. “Pero otros tipos de comportamiento sexual predatorio, esos son los que van a caer. Creo que no es difícil de entender para los hombres. Si están en el metro y un hombre más fuerte presiona su erección contra ellos, eso no es ligar. Es un delito. Y es un intento de dominación. Esto tiene que ver con el poder. No se trata de ligar. Se trata de establecer quién está por encima de quién”.