Leyendo a Boecio, me llama la atención que busque su primer consuelo no sólo en que es perseguido por causa del bien; sino porque pone en boca de la Filosofía que los malvados persiguen a los sabios, por su propia disposición natural, como los lobos cazan conejos.
Sin embargo, y al mismo tiempo, los malvados son incapaces de arrebatar a los sabios sus tesoros porque aunque temporalmente puedan vencer, son incapaces de reconcer las verdaderas riquezas.
Me pregunto cuántas veces actuamos como estos ignorantes; quizás no persiguiendo filósofos —que no está de moda últimamente— pero sí trabajando duramente, hasta dejarnos nuestra vida en pos de los tesoros equivocados.
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