Érase una vez....

Publicado el 09 febrero 2016 por Licomanuel

ÉRASE UNA VEZ (XXX)

   En primer lugar, antes de seguir leyendo, quiero avisar que en este articulo hay lenguaje con referencias a costumbres sexuales y violencia y además pueden diferir de mi opinión con lo que puede resultar politicamente incorrecto. Si creen que su sensibilidad se puede ver afectada, por favor no sigan leyendo.
   Érase una vez un país que estaba muy, muy, pero que muy lejos de nadie en todos los sentidos que os podáis imaginar y por eso mismo, estaban en la puta gloria. Era éste un país en el que existía también un código, un documento lo más parecido a una "constitución" que regía de forma efectiva la vida de todos los subditos de aquel estado, desde el primero hasta el último porque, a todos los efectos, todos eran iguales ante la ley. Este pliego representaba un acuerdo al que se llegó por parte de todos los grupos políticos que representaban a todos los ciudadanos, sin fisuras, porque los naturales de esta tierra se sentían comprendidos y veían con buenos ojos la forma en la que el poder era detentado.
     En materia de heterogeneidad, este pueblo tenía sus preces divididas en numerosas y diferentes creencias desde las distintas confesiones religiosas a las formas plurales y politicas de analizar la sociedad pero había algo que los unía a todos, el profundo respeto por sus semejantes. Las religiones se concebían como una forma de altruismo y estaban más orientadas hacia la exploración espiritual y personal. Eran, en resumen, un colectivo discreto y desinteresado. Los integrantes de esta sociedad poseían una cualidad empática innata que poco después era desarrollada (junto con otras habilidades sociales) en su útil y eficaz sistema educativo, el cual (para saciar la curiosidad del lector) poseía unos temas de estudio comunes y acordados hacía largo tiempo que, entre otras opciones, contemplaba la revisión de la historia de distintas religiones, análisis y comentario de la historia contemporánea, la posibilidad de aprender varios idiomas y practicarlos al mismo tiempo y sobre todo, los profesores eran respetados y sabían de la importancia (real) de su papel de educadores pues, al fin y al cabo, los niños acabarían comportándose en la misma forma en que fueran instruidos. En este sentido, si alguna vez entrabas en un bar podías encontrar gente de todas las razas y condición, entablando conversación acerca de cualquier tema de actualidad.
     En esta nación compuesta de numerosas regiones, cada una con su folcklore e historia particular, en la que todas tenían el mismo peso y donde las condiciones de vida estaban armonizadas por todo el mapa, los tribunales eran ejecutores y entes de desarrollo en cuestiones de investigación acerca del límite, la frontera de derechos entre todos los nacidos bajo la misma bandera. Los jueces eran, por tanto, letrados en todos los aspectos que conformaban el paradigma de la ley y aconsejaban según el contexto y fondo del caso a tratar, intentando en todos los casos comprender cuál fue la razón que llevó a la invasión de libertad para prevenir futuros errores. Incluso los órganos de gobierno, las cámaras, actuaban en simbiosis, estando dividido el trabajo y legislaban a favor de constitución e intentando cerrar las brechas de desigualdad (cada vez menos) entre los locales.
     Cuestiones como el terrorismo y la guerra, con todo el salvajismo asociado (violaciones, torturas, objetivos civiles, escudos humanos, guerra bioquimica) eran contempladas como algo que ocurrió en el pasado y de lo que había que aprender para no volver a caer en aquellas desgracias. Por supuesto, la mención de estas atrocidades resultaba casi inexistente porque perturbaba la paz pero en absoluto estaba prohibida porque al fin y al cabo, servía para recordar a todo el mundo lo que no había que repetir. No existía la apología porque no tenía sentido. Otras facetas de control y respeto por la ley sobre la masa social como los cuerpos de policía estaban en desuso porque la violencia cayó en el olvido (ver principio del párrafo)  y esencialmente no se concebía la vida como injusta ya que se trabajaba, como vimos anteriormente, desde todos los estamentos para que el público no tuviera esta visión.
     Pues bien, amigo lector, después de haber leído todo lo anterior, ¿me podrías decir en qué coño se parece esto a España?. Vamos a ver, yo no estaba allí para ver la obra de teatro así que lo único que puedo hacer es dar mi opinión acerca de lo que he leido (dos artículos de El País) y en lo que a mí respecta, me parece que representar una obra de teatro en la que se incluya la muerte de un juez, un intento de violación por parte de un policia y la muerte de una monja no representa delito alguno. Le pese a quien le pese (y aquí no hago distinciones algunas de signo político) estamos en DEMOCRACIA. Asi de simple. 
   Lo de la pancarta me parece de mal gusto y se la podían haber ahorrado, es cierto, pero dentro del contexto y la historia que se representaba se ENTIENDE perfectamente. Para más inri, la obra estaba clasificada dentro de la categoría "Teatro Popular" y los padres presentes (según la noticia) fueron avisados acerca del tipo de contenido antes de empezar la función. Básicamente, si alguno de los lectores ha visto alguna vez una película porno con su pareja (por cualquier noble razón), seguro que no ha invitado a ninguno de sus hijos a presenciarlas con ustedes por razones puramente de sanidad mental. Así que no apropiada para la infancia, sí; algunos elementos de mal recuerdo y peor gusto (según la sensibilidad de cada uno), también; sátira de la sociedad en la que vivimos, completamente de acuerdo pero DELITO NO.
     Momentos musicales:
     Mi querida España (Cecilia, 1975)    Utopía (Serrat,1992)
     El necio (Silvio Rodriguez, 1992)
   
     PD: Que conste que bajo ningún concepto estoy de acuerdo con el asesinato, independientemente de quien sea la victima. En ningún caso estoy de acuerdo con la violencia hacia los jueces, las monjas y los policias de nuestro país, de la misma forma en que no querría ninguna forma de violencia contra mi persona.