Revista Literatura

Érase una vez en américa

Publicado el 13 agosto 2015 por José Ángel Ordiz @jaordiz

En esta entrada dedicada al cine sobre malhechores bien podría haberme decantado por y su magistral banda sonora, en la que se reconocen brevemente los sones de la muy emotiva canción:

(Versión de Andy Williams)

Al final he decidido comentar algo sobre otro filme menos popular (igualmente basado en una novela, The Hoods, de Harry Grey) con banda sonora e intérpretes encomiables. Érase una vez en América no tiene segundas partes ni terceras, pero es considerable su duración aunque el tiempo, tan elástico en ocasiones ( la noche es interminable cuando se apoya en los enfermos, escribió García Lorca; el día es visto y no visto al ir en bonanza, añado yo con mi apenas nada de poeta), transcurra más veloz de lo habitual ante esa ficción perfecta (tan real por semejante perfección), en ella los sones de otra canción que alimentó el noviazgo de mis padres en las verbenas y que yo continúo disfrutando.

De nuevo en esta película el amor (otro amor latente, truncado) entre la violencia, como esas flores que tanto confunden, las nacidas, inocentes, en medio del estiércol; en medio de lo que no debería ser pero es y que ellas adornan y perfuman mientras viven para alegrar nuestras propias vidas.

Momentos inolvidables:

Es para mí obligado mencionar lo ocurrido con su director, Sergio Leone. Fue el último filme que dirigió. A los sesenta años se detuvo su corazón enfermo desde que entró en juicios con la Warner Bros por los cambios que la productora introdujo en la película: recortaron el metraje y la historia se contó linealmente, sin analepsis alguna, no fuese que alguien, pendiente de las palomitas y del refresco, perdiera el hilo de la narración.

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