Hablamos de crisis, pero tal vez signifique el cierre de una etapa y la apertura de otra. Y ante los renovados tiempos no cabe continuar manteniendo las mismas medidas de siempre.
Desde finales del 2009 el rotativo inglés “The Economist” nos anunciaba que la fiesta en España se había terminado. Nos aconsejaban entre otras cosas reducir nuestro desmesurado gasto público.
Cuando alguien expone tales cuestiones, la respuesta demagógica no tarda en llegar, aduciendo que lo que se pretende con tal iniciativa es un recorte en las vigentes prestaciones sociales. Y pregunto yo, ¿quién ha dicho semejante cosa? Lo que no puede ser es que de la cantidad destinada a los más necesitados un 75% corresponda a trámites burocráticos. ¿Y por qué? Porque a pesar de los años, continuamos con una administración llena de solapamientos y duplicidades.
Hace poco charlaba con alguien de una ONG, y me comentaba que requería ponerse en contacto con las instituciones, ya que al presuntamente no existir coordinación alguna entre las distintas entidades, era factible que determinadas familias recibiesen ayudas básicas de varios sitios y otras se quedasen sin nada. Para ellos lo más coherente era centralizar la información buscando de este modo optimizar los escasos recursos y poder así atender al máximo de gente. Sin embargo, ciertos organismos supuestamente se negaron, puesto que parece ser que para concretos personajes prevalece el colgarse la medalla y que te deban un favor a canjear en el futuro por hipotéticos apoyos electorales, a socorrer a aquellos que pasan por momentos complicados.
El prestigioso economista catalán Xavier Xala i Martín, declaraba a la prensa que corríamos el riesgo inclusive, por nuestro elevado déficit, de que nos expulsaran del euro.
Es más, atendiendo a la teoría de evitar nuevos ciclos económicos de inflación, recesión, deflación, la cual establece que si se vislumbra un repunte en un contexto de depresión se deben elevar inmediatamente los tipos de interés; al ser el euribor el índice por el que se miden los préstamos bancarios que penden sobre nuestros hogares, lo más normal es que como Francia, Alemania… presentan una clara mejoría, El Banco Central aplicase este axioma prontamente.¿Sería congruente que nos aumentaran a los españoles otra vez las mensualidades del pago de nuestras hipotecas con la que está cayendo?
Solución, subir los impuestos. Mas si tenemos una tasa de paro cercana al 20%, que en específicos sitios rebasa el 30%, superando con creces a cualquier país de la Unión, ¿quién podrá contribuir fiscalmente? Sin olvidarnos de que el origen de ello es el cierre de multitud de empresas, lo que lo agrava todo. Y por otro lado ha quedado más que demostrado con infinidad de ejemplos ejecutados en otros lares, que cuando se han llevado a cabo mermas en la tributación, los ingresos estatales se han incrementado exponencialmente. Puesto que más vale poco de muchos, que mucho de pocos. Un paradigma claro es el modelo empresarial de cualquier gran cadena, de cuyo margen comercial, aún siendo exiguo, se obtiene una sustanciosa cuenta de resultados gracias a su enorme volumen de ventas.
No obstante, incomprensiblemente se resisten a hablar de hacer reformas en los gobiernos, donde sí que se muestra absolutamente perentorio acometer tijeretazos. Si los negocios con varias sucursales, eliminan alguna redundando en su rentabilidad y eficacia, ¿no se puede hacer lo mismo en el ámbito de la administración pública? Y me dirán, no porque hay que ofrecer servicios, ¿y el uso de las nuevas tecnologías o los innovadores sistemas de dirección, por qué no se aplican? ¿Por qué siempre ha de pagar el sufrido contribuyente y no se plantean otras alternativas?
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