"Fuente" (Marcel Duchamp)
¿Realmente es artístico, agarrar un urinario, invertirle los valores y decir que es una fuente? ¿Acaso hace falta una profunda meditación para llegar a esa conclusión o significado? ¿No será que por esa moda tan actual de “ampliar la mente”, de vivir en una sociedad tolerante, donde a todo le decimos que sí para no pecar de antipáticos, hemos traspuesto los límites del sentido común y estamos perdiendo el ojo crítico, aceptando cualquier cosa como buena? Hace unos años, aprovechando que estaba por unos días en Madrid, me di un atracón de arte, visitando los museos del Prado y el Reina Sofía. La experiencia fue extenuante y dolorosa para mis ojos y a la vez agridulce para el espíritu. No obstante haber podido admirar en directo las obras de Velázquez, Goya, Murillo o El Greco entre otros, sin embargo en la salas de arte moderno del Reina Sofía, me quedé poco menos que defraudado. Sí, me quedé mudo como muchos visitantes, al ver la exclusiva sala para el Guernica de Picasso y no por sus implicancias históricas, sino por su expresividad, su horror apabullante que intimida a cualquier extraño. Vamos, que el cuadro da esa sensación de oler a muerte, obligándonos a guardar un silencioso respeto. Así, entre tantos ejemplares de artistas modernos que desconozco, concentré mi atención en Joan Miró: ciertamente reconocí ese estilo tan peculiar de sus cuadros de colores vivos plagados de simbolismo, aunque mayormente no entendí qué significado tenían, sin embargo me evocaban algo difícil de explicar. Pero, también había algunos ejemplares suyos que más parecían obra de un niño de jardín de infantes, sólo faltaba que el trapo donde se limpiaba las manos de pintura estuviera también expuesto. Y del arte del collage de otros artistas conceptuales ni les cuento.Obras de Joan Miró
Con esa sensación de haber “perdido el tiempo” tratando de descifrar ese modernismo, me preguntaba si no hubiera sido más gratificante ir a visitar el Museo del Madrid, no obstante ser culé. Si no ha quedado claro, no sólo me conmueven el clasicismo, la escuela renacentista, los maestros flamencos, el expresionismo, el naturalismo de Millet y otras corrientes más o menos tradicionales, sino también el onirismo de Henri Rousseau, el cubismo, el surrealismo de Dalí o los “gritos” desesperados de Munch. Pero me resisto a caer en la trampa de esa fácil denominación del arte por el arte.
Muestras de ¿arte? conceptual
Llámenme conservador, retrógrado o corto de miras, pero en materia artística, especialmente pictórica y escultórica, prefiero ese arte de toda la vida, a la vieja usanza, que admirar unos trazos y brochazos sin sentido de un artista de renombre o conmoverme ante una muestra de mierda enlatada, al estilo de una conserva. Y alucino cuando me entero que hay gente capaz de pagar miles de dólares por una de ellas. No sé ustedes.