Es marzo y hay humo en las veredas.Más fuegos secan las hojastibias.Las nubes doradas llevan tu nombre, se me ocurre que van sin rumbo cierto.Se escucha a lo lejos el silbido del trencomo un llamado del más allá.El sol ha dejado de comprometersea iluminarnos siempre, porque todo tiene un límite.La tarde muerta cae sobre le patioentre los fantasmas de las rejas.Avanza la noche suave, como una balada que acunael dolor del ciprés y el aroma de la madreselva.Aun queda un poco de la sangre del estío que madura la vidy el púrpura incendia la pasión del horizonte.Entonces es otoño…Y sus secretos son reconocidospor los solitarios,los verdaderos desamparados;esos seres que pasan inadvertidospara casi todos, y que, si fueran llamadospor su verdadero nombremorirían a manos de suesperanza marchita.Mejor no nombrarlos.Es tan simple el amory tan escueto…En la desnudez de una nochese quiebra su mandala,y creemos haber descubiertoel secreto de todas las visiones,y creemos poseer la alegríade todas las lluvias.Es tan simple y tan escueto…mas en las calles vacíasqueda flotando el últimovocablo dicho: una resaca,una señal, un cadáver a plena luz,un insomne, una cuerda, un suicida, un precipicio.