De excursión con la charabanc Sidra con Rosie está estructurada alrededor de diferentes aspectos y motivos de la infancia y adolescencia del autor. Los títulos de algunos de ellos son "Primera luz", "Primeros nombres", "La escuela del pueblo", "La cocina", "Los tíos" o "Madre". Esta estructura deja de lado la cronología, lo que permite a Lee saltar, por ejemplo, a los últimos años de la vida de su madre y, dos episodios más tarde, volver al momento en que ésta salvaba de la muerte a su pequeño Laurie cuando ya lo estaban velando. Estos saltos adelante y atrás son continuos, y subrayan el interés de Lee no tanto por describirnos su desarrollo como poeta ni su camino a la edad adulta, sino por hablarnos de una época que se acaba, de un mundo que languidece, de un ánimo en estado de asombro perpetuo.
Los dos episodios que he destacado anteriormente han hecho que en alguna ocasión se levante más de una biempensante ceja, al considerar que los acontecimientos descritos en ella no son apropiados para la juventud, que, como ya he dicho, estudia esta obra en la escuela. Como casi todas las cejas biempensantes, creo que se equivocan, pero es cierto que uno de los dos episodios nos conduce hacia un desenlace que se insinúa brutal y muy desagradable.
La historia que nos cuenta Sidra con Rosie nos la han contado antes muchos autores, pero pocos tan bien como Lee. Es difícil alcanzar tan gran poder de evocación con una escritura tan contenida e incluso discreta. Da la impresión de que Lee, quien, aunque la historia de la literatura lo niegue, ante todo se consideraba poeta, sabe que lo que la palabra precisa te da, te lo puede quitar un inoportuno signo de exclamación. No hay retórica, pues, en esta sidra. No hay lamento. No hay tono elegíaco por aquella vida, tantos años oculta en el valle, que despertó el día que estalló la guerra y volvió a acostarse al día siguiente, cuando sus hombres, entre ellos el padre del autor, hubieron partido a luchar. Las cosas eran así, porque así habían sido siempre.
Sin embargo, a ese sueño ya interrumpido le quedaban de hecho pocos años. Como sabemos, el mundo moderno nace cuando muere la Primera Guerra Mundial. También así en Slad, donde apenas hubo todavía tiempo para que el squire invitara a todo el pueblo a un banquete de celebración del Día de la Paz. Poco después, las hermanas de Lee encontraban marido, el autobús empezaba a acortar las distancias, el squire demostraba que también era mortal, y los pocos viejos que quedaban decidían seguirlo Y así: We began to shrug off the valley and look more to the world, where pleasures were more anonymous and tasty. They were coming fast, and we were ready for them. (Empezamos a sacudirnos de encima el valle y a mirar más hacia el mundo, donde los placeres eran más anónimos y sabrosos. Se acercaban rápido, y todos estábamos listos para ellos.)
Nota: la elección del título de esta entrada ha sido una decisión muy dura. A lo largo de mi vida, he tenido más de una discusión con amigos míos, traductores reputados, diplomados y masterizados, que se empeñaban en que para "escanciar" es menester que haya un metro y medio de distancia entre botella y recipiente, o séase, que sólo se escancia la sidra y nada más. Me costó lo mío sacarlos de su error, y convencerles de que cuando se preparan el desayuno, escancian leche en un cuenco. Es más, sospecho que para sus adentros no acaban de reconocer su error. Por ello, no dejo de tener remordimientos de conciencia, cuando pienso que al relacionar el "escanciando" del título con la sidra del libro estoy contribuyendo a perpetuar el error de mis amigos y de tanta otra gente. No obstante, la imagen me ha parecido poética y en consonancia con el espíritu del libro, así que al final he decidido no dejarme influir por las posibles interpretaciones erróneas del verbo, y arrostrar las espantosas pesadillas que, a buen seguro, van a atormentar mi sueño. Y tras esta nota tan pedante, me voy a escanciar un café.