Revista Talentos
Si barrunto un sepelio, intuyo una mirada estrábica o atisbo un gato negro, deshago el hechizo cambiando de ruta; pero nunca puedo esquivar al lúgubre cuervo que se me cruza, a pesar de los quiebros que realizo a ese pájaro de mal agüero, cada vez que sobrevuelo algún lago cristalino.