Revista Diario

Escena en un supermercado

Publicado el 12 abril 2010 por Belen
Diréis que estoy todo el día quejándome y que no es para tanto. Es posible, pero yo lo cuento y vosotros juzgáis.
Hoy es un día algo malo, lo reconozco, el peque tiene una laringitis que el sábado nos obligó a acudir a urgencias al hospital. Nada grave pero claro a veces no pueden respirar y no hay otra que ir a que te den unos cuantos corticoides. El tema está controlado, pero claro, toses, mocos, malestar, dolor de garganta, el pobre no está para muchos trotes. Y la que suscribe tiene las tripillas algo revueltas, lo cual me ha obligado a pasarme la noche visitando el baño. Vamos, que no es nuestro mejor día.
A pesar de ello hemos ido a comprar, porque había algunas necesidades imperiosas que atender. Y ya en la caja, mientras yo colocaba mi compra, una señora chinchando a mi pequeño. Él estaba con una caja de tiritas de Caillou muy monas en la mano.
- Dale esas tiritas a mamá, que tiene que pagarlas. Y no las chupes, que eres muy mayor para chuparlas.
- (YO) Peque no las chupes, ahora se las das a la señorita de la caja.
La señora vuelve a la carga:
- Y no has ido al cole. ¿Vas al cole?
Esa pregunta la hacía mientras me miraba inquisidoramente, ella, junto con otras dos señoras que parecían estar muy interesadas en nuestra vida, la mía y la de mi hijo. Mi niño callado, porque ya sabe él que sino quiere hablar con alguien no hay nada mejor que quedarse calladito. Y la señora erre que erre. Claro quería que la contestara yo, y no me ha dado la gana, así de simple. No he querido saciar su curiosidad. Mi hijo ya es mayorcito y muchas veces me preguntan si va ya al cole, pero claro, la señora quería cotillear de mala manera y hoy no tengo yo el día para contestar preguntas de una desconocida.
El niño tosía, mucho, y cuando ya estaba pagando ha vuelto a la carga:
- Uy pobrecito que tos tienes, ¿estás malito?
Mientras sus ojos recaían en mi nuca. Ay la señora que pesadita. He sido educada y no he dicho ni mu. Pero prometo que me han dado ganas de espetarla a la cara: - Vamos a ver señora, ¿no se da cuenta que no nos apetece mucho hablar?. Pero he sido educada y me he callado. Y calladitos nos hemos ido mi niño y yo rumbo al ascensor con nuestro carro cargado.
Diréis que no es para tanto, pero cuando una se siente enferma, aguantar a personas cotillas en el supermercado puede con mis nervios.

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