Escenas...

Escenas del día a día que me superan. A saber:
-Leer la invariable opinión de los artículos periodísticos en función de su tácita ideología política.
-Constatar que el instinto básico del ¿90%? de los hombres puede conducirles a la ruina personal, social y económica, sin que deseen siquiera evitarlo.
-Observar que si no presumimos, no somos.
-Tener en cuenta que el orgullo nos conduce a mentir y a mentirnos.
-Escuchar de una mujer muy joven que lo suyo sería casarse con un rico como única condición exigible.
-Comprobar que los milagros rara vez se producen y que las personas no cambian, por más que pueda interesarles a ellas mismas.
-Ver que la idiocia (en términos etimológicos) es el pan nuestro de cada día: ése con el que, por ejemplo, se forma un jurado que premia a cantantes de marmóreo rostro y nulo talento.
-Escuchar que la amante de un psicópata mujeriego se muere de celos por él. Sarna con gusto no pica ni mortifica...
-Molestar el hecho de que te aconsejen des-esperar, cuando quien te lo dice espera sin límites.
-Envidiar y sufrir, a su vez, las consecuencias de la envidia.
-Sentir que una misma es molesta para otros. Sentir que algunos otros lo son para mí.
-Tener la inteligencia suficiente para intuir que la equivocada pueda ser yo... pero no la bastante como para querer remediarlo.
P.S.: Y como toque final y para distender este post tan catastrófico, añadiré una última escena (cómica) que me supera y consigue que la aparte siempre de mis ojos: Mouriño en televisión. No lo veo más de dos segundos seguidos...