Lev Savitskiy
Herida que queda, luego del amor, al costado del
cuerpo. Tajo profundo, lleno de peces y bocas rojas,
donde la sal duele, y arde el yodo, que corre todo a
lo largo del buque, que deja pasar la espuma, que
tiene un ojo triste en el centro. En la actividad de
navegar, como en el ejercicio del amor, ningún
marino, ningún capitán, ningún armador, ningún
amante, han podido evitar esa suerte de heridas,
escoriaciones profundas, que tienen el largo del
cuerpo y la profundidad del mar, cuya cicatriz no
desaparece nunca, y llevamos como estigmas de
pasadas navegaciones, de otras travesías.
Por el número de escoriaciones del buque,
conocemos la cantidad de sus viajes; por las
escoriaciones de nuestra piel, cuántas veces
hemos amado.
Cristina Peri Rosi
Impresionante descripción de las heridas y el
dolor que provoca el desamor.
A pesar del dolor que nos causan, no nos
rendimos, seguimos intentándolo. Porque en
realidad, sin amor no sabemos vivir...
Teresa