Hoy voy a hablar de un aspecto de nuestras vidas que básicamente es el que nos diferencia a unos de otros, como siempre, dirigiéndolo al terreno de la escritura. Ser escritor es una profesión creativa como cualquier otra. No nos creamos especiales porque no lo somos. Podría mencionar una serie de profesiones como la Arquitectura, la Ingeniería, el Derecho… en toda ocupación se requiere de creatividad, imaginación, capacidad de adaptarse a las nuevas circunstancias. Como diseñadora de modas que fui durante muchos años al frente de un taller de alta costura debía de adaptarme cada cierto tiempo a las normas que dictaba el gobierno; unas veces con el control de divisas, lo que impedía que pudiera comprar materiales importados, o la fijación de “precios justos” como si esto fuera posible en medio de una inflación, porque hay que decirlo, Venezuela sufre de inflación desde hace muchos años, solo que en estos últimos. y especialmente en estos meses se ha intensificado como nunca en toda su historia republicana. Y siempre debía adaptarme, ya sea dejando de vender a las boutiques para vender directamente con vendedores a las empresas, especializarme en uniformes ejecutivos porque era la mejor manera de cobrar un anticipo y no perjudicarme con la inflación, hacer mil y un malabares para cambiar mis métodos de trabajo y estrategias de venta cada dos por tres, y estaba tan ocupada entre el diseño, la producción y la solución de toda clase de problemas que nunca tuve tiempo para lamentarme.
Hoy años después de haber cerrado mi taller y de dedicarme a la escritura me he dado cuenta de que sigo los mismos principios básicos: ¿Qué debo hacer para ser escritora? Escribir, obviamente. Y hacerlo bien si deseo que mis libros se vendan, inventar maneras de promocionarlos pero antes que nada estar segura de que mi material es de primera calidad. No sería capaz de promocionar un mal producto, como no fui capaz de vender ropa de mala calidad. Muchas de las clientas/amigas (porque a la larga todas nos hicimos amigas) pueden dar fe de ello, y es muy agradable que cuando me encuentro con ellas me digan que nunca pudieron hallar a otra modista o taller que les hiciera la ropa como en el mío. Creo que la experiencia que tuve con mi negocio me sirvió para la profesión de escritora. Y también creo que el haber sido antes que modista y diseñadora, secretaria ejecutiva, ayudó mucho en mi formación. Todas las personas a las que serví como secretaria tienen un buen recuerdo de mí por mi puntualidad y profesionalismo. Siempre fui servicial y atenta, conmigo no iba eso de sentirme menos porque dado el caso debía ocuparme de menesteres que no me correspondían; los hacía con gusto porque sabía que era por el bien de la empresa. Tal vez siempre tuve mentalidad empresarial o es mi manera de ser, pero me dio resultados y me sigue dando resultados hoy como escritora.
No acostumbro quejarme si no vendo, creo que lo peor que puede hacer un escritor es eso, pues el público que lea su queja en Facebook o en cualquier red social (ahora todo se dice en público), lo percibirá como un mal escritor. En lugar de perder el tiempo lamentándose, ese escritor debería dedicarlo a mejorar, a hacerse una autocrítica y sincerarse: ¿Qué debo hacer para que mis libros se vendan? Escribir buenos libros.Se quejan de que pierden mucho tiempo en Twitter y, a pesar de que los Tweets promocionando sus libros son retuiteados por muchísimos amigos, no se venden. Debe de existir algún motivo, alguna razón para que esto suceda. De nada sirve hacer propaganda si no va a funcionar. Si un libro no vendió mucho debe ser por alguna razón. El próximo que escriba tendrá que ser mejor. Es mi manera de pensar y, de hecho, es lo que hago. No todos mis libros son buenos ni se venden en la misma cantidad, hay algunos que, reconozco, pudieron ser mejores, pero si no acepto esta verdad seguiré escribiendo malos libros.
El segundo paso después de escribir bien y llamar la atención de muchos lectores es que tu libro empezará a avanzar, ese y los otros que seguirás escribiendo. Al avanzar llamarás la atención de alguna editorial, de la misma Amazon tal vez, y se comunicarán contigo. Es así como comienzan las cosas. No al revés: Amazon no te ayuda a llegar arriba. Tú debes llegar para que Amazon se fije en ti. Al menos ese fue mi caso. Mis libros nunca estuvieron expuestos en la Newsletter de Amazon, ni tuve un Kindle Flash hasta que un buen día Amazon se preguntaría ¿De quién es ese libro que no se ha movido del primer lugar durante tantos meses?
Sé que no soy monedita de oro para muchos, ya lo he dicho. Especialmente para los que suelen quejarse por lo que ya mencioné arriba. Incluso tengo comentarios tan absurdos como este: “Deberían impedir que esta mujer siga escribiendo” ¿Quién puede impedirme que lo haga? Solo YO. Y lo dejaré de hacer cuando me apetezca. Por todo lo dicho, y aunque acostumbro a no dar consejos sino simplemente a opinar, lo mejor que puedo decir es: ¿No vendes tus libros? No te quejes, y menos en público. Quejarse de los males que nos agobian es tener mentalidad de pobre. Busca siempre la manera de salir adelante, de ser exitoso con lo que tienes, y estoy segura de que si te lo propones empezarás a escribir libros que sí se venden.