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El monte Keum-Kang es conocido por los coreanos de su insuperable belleza obsequiada por la naturaleza pero que ahora sus dueños son los dirigentes del régimen norcoreano. Antes de la guerra de Corea, algunos ancianos recordaron como subieron aquellas complicadas pero gratificantes rutas consustanciales de este monte. Que los nubes estaban debajo de sus pies y el eco de sus gritos intencionados eran oídos con clara perfección. Mientras, las madres cantaban y bailaban bajo la introvertida mirada de sus cónyuges.
Después de la guerra, aquel eco deliberado no se oyó. Sus descendientes no tuvieron la oportunidad de presenciar esos montes desiguales y pintorescos. Los tiempos pasaron hasta que en la época de compañerismo entre ambos países, se realizó un acuerdo histórico con el consentimiento del régimen: que los del sur pudieran visitar el Keum-Kang. La llegada de las decenas de miles de solicitudes de visiteo fueron inmediatas y muchos han podido contemplar de este paisaje natural añorado por los nostálgicos convertidos en octogenarios.
Todo iba normal hasta que el día 11 de julio de 2008 se oyó unos disparos a las cinco de la madrugada en la zona turística del monte. Una mujer surcoreana de 53 años apellidada Park fue encontrada muerta en la playa. Unos militares norcoreanos la habían tiroteado por, según ellos, sobrepasar la zona de seguridad marcada por el régimen. Las investigaciones de los familiares de la fallecida niega que ella haya cruzado la línea roja porque no había unos objetos señalizados y pidió explicaciones inmediatas al régimen de Corea del Norte con la colaboración del gobierno de Corea del Sur y el Ministerio de Reunificación pero hasta ahora, por parte de ellos, no se ha dado una respuesta congruente.
Al día siguiente, se canceló de forma inminente la excursión programada al monte Keum-Kang. La puerta de la ocasión se cerró y el nerviosismo empezó a acechar otra vez entre los dos países. Las investigaciones todavía no están siendo concluidas y el cuerpo de la víctima y los sentimientos de sus familiares siguen sin poder descansar en paz. El diario de Corea del Norte