Revista Diario
Somo iguales ante la ley. Al menos eso escucho en discursos cargados de jerga política. Y así expresa el articulado de la Constitución Española. Pero cada mañana cuando me miro al espejo, me digo: dejaste pasar la oportunidad. Y es esta frase la que noche tras noche me impide conciliar el sueño. No acepté aquel puesto en Bruselas por esa barrera maternal invisible que anula la igualdad real de género. Sí, ni leyes ni monsergas. Yo me quedé en casa entre bombos de ropa sucia y ollas silbando, mientras tú, exhalas vanidad detrás de tu brillante puesto de director. Recuerda que ese estatus me lo debes. No en vano empleo horas adelantando el trabajo que tus interminables cenas de negocios te impiden desarrollar. No lo olvides nunca.