Ese tatuaje

Publicado el 19 marzo 2012 por Jalonso

Por Juan Alonso

Se siente cómoda tomando el cigarrillo entre la punta de los dedos de su mano izquierda. La mano le brilla en el sol de la tarde y tiene los cardos enredados de una flor en su dedo anular. Una marca de tinta indeleble, un viejo rastro del amor que  fue. Y a ella no le importa. No hace más que reírse abrazándome como si se le acabara el tiempo en este mundo. Está desesperadamente loca.

Tiene una mirada triste que esconde debajo de unos anteojos negros y el iPhone que lleva encima como una medallita de la fe. Se le enrojecen esos ojos verdes cuando recuerda el último viaje al más allá: la vez que se desdobló para hallarse a sí misma y repite. “No fue en Machu Pichi. Jajaja!”, con una carcajada seca, salando su herida con tequila sin limón.

Cae el sol. La tarde se hace una sombra estirada que asoma por el cuerpo de nosotros. Sé que somos apenas esto y no me molesta, ni me duele, ni me apena esta princesita en destrucción.

La veo irse caminando a saltitos de gata por la noche, con su tatuaje clavado en el pozo menos luminoso de su conciencia.

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