No es la ONU, es España (www.elmundo.es)
Navegando por ahí en la Red, descubrí un hecho por lo menos insólito, producido en un país de primer mundo, o eso creo. En el senado español nada menos. Aunque la medida viene implementándose desde hace un año, sin embargo comentar algo al respecto es de curiosa realidad. Al asunto: El senado se declaró multilingüe, que a nadie debería sorprender tomando en cuenta las distintas “nacionalidades” del pueblo español. Hasta que a los lúcidos y ágiles políticos se les ocurrió contratar un servicio de intérpretes profesionales para las sesiones. Pensé que la noticia era uno de esos bulos que circulan por internet, pero pronto pude comprobar que era cierta aunque difícil de dar crédito.Resulta que ahora los senadores pueden soltar sus discursos con todas las de la ley en su lengua vernácula; llámese castellano, catalán, gallego o vascuence. Entonces surge mi primera extrañeza, ¿no es acaso el castellano el idioma que se enseña a todos los niños españoles, aparte de las lenguas regionales en sus respectivas autonomías? Dicho y hecho, cuando un senador sube al estrado, como autómatas el resto se pone los auriculares para oír la traducción, aunque parezca inverosímil. ¿En verdad, a los otros legisladores hablar en castellano los hace menos catalanes, vascos o gallegos? Y viceversa ¿a los otros, les dificulta entender las otras lenguas cooficiales cuando está clarísimo que son similares al castellano? Lo del euskera es otro asunto. Yo que soy hispanoamericano, sin estar acostumbrado mi oído puedo entender sin mucha dificultad de qué va una noticia en catalán o gallego, con mayor razón debería el resto de parlamentarios castellanoparlantes tener la predisposición, si han convivido desde niños con las otras lenguas.El servicio no es gratis ni barato: 12. 000 euros por sesión, y de acuerdo a varios periódicos online, anualmente se necesitan 350.000 euros al año para traducciones de las intervenciones de los oradores. Que se traduzcan los documentos o leyes es totalmente razonable, pero de ahí a escuchar por medio de un intérprete suena absurdo o ridículo cuando todos los legisladores dominan el castellano y aun entienden las otras lenguas del estado español, otra cosa es la actitud hacia ellas por su ideología o patriotismo chico. He leído que en aras de fomentar la igualdad entre las comunidades autónomas, se aprobó tal resolución aunque en la práctica vaya contra el sentido común. Serán los beneficios de la corrección política, esa rara debilidad de la sociedad contemporánea. De acuerdo a esa idea, las otras comunidades podrían reclamar que se hagan traducciones al valenciano, mallorquín, occitano o asturianu, en teoría tienen todo el derecho. Uno se imagina a sus ilustres señorías, encontrándose en los pasillos y cafeterías del parlamento acompañados de sus respectivos intérpretes, cual perritos falderos para iniciar conversaciones. No es broma, es lo que cabría esperar si fueran consecuentes con su comportamiento en las sesiones. De todo esto se puede extraer que los senadores son tan solemnes e insensibles como los sabios bizantinos, absortos en discusiones inútiles mientras la crisis económica golpea a la gente común. Para rematar, los defensores argumentan frívolamente que este gasto no es representativo en el presupuesto del senado, pero considerando que afuera en la calle, hay más de 5 millones de desempleados desesperados y miles de familias haciendo peripecias para llegar a fin de mes, suena por lo menos a ofensa.He tenido el gusto de conocer a muchos españoles, allá en la península, y ¡sorpresa!: nadie se hizo problema para sostener una conversación en castellano, es más, se me hacía difícil distinguir su procedencia salvo por su acento regional y en ningún momento me manifestaron su otra “nacionalidad”. Todo esto me lleva a concluir que son los políticos quienes falsean la realidad, impulsando artificialmente el debate y convirtiendo el parlamento en una suerte de torre de Babel para no ofender a posiciones nacionalistas absurdas. A veces tengo que tironearme de los cabellos cuando oigo de alguna ley o resolución que bordea la locura, pero suelo consolarme pensando que solo sucede en mi país, pero después de conocer esto, me asalta la sospecha de dónde vienen los tiros. Y más todavía, al saber que mi gobierno ha contratado en alguna ocasión a asesores españoles, especialistas en autonomías, y hasta me atrevería a sostener que ellos tienen algo que ver en la generación de las ideas “descolonizadoras” que han hecho de Bolivia un estado caótico y desinstitucionalizado, llamado “Estado Plurinacional”. No me extrañaría que dentro de poco, quieran incluir en nuestro parlamento otras 36 lenguas o dialectos que dicen que se hablan, a pesar de que todos nos entendemos en perfecto castellano o español. ¡como nos gusta jodernos la existencia!