Hace unos días escuché como nuestro ministro de (mala) educación decía que había que "españolizar"... Pues nada, manos a la obra, voy a enumerar una serie de cosas que me han llamado bastante la atención en tierras tanto americanas como irlandesas, y veamos si se pueden españolizar. El tamaño importa Muchas veces se ha defendido lo contrario, pero de un tiempo a esta parte creo que habrá poca gente que siga haciéndolo. Sobre todo al comprobar como ha ido variando el tamaño de sus sueldos, impuestos, pensiones, ahorros...etc etc. Pero si hay alguien que se toma muy en serio la cuestión del tamaño, eso son nuestros amigos los americanos. He visto tractores más pequeños que algunas rancheras, las cuales utilizan simplemente para llevar a los niños al cole o hacer la compra. Es lo que tiene que un litro de gasolina cueste cuatro veces menos que uno de aceite de oliva. Para españolizar esto, habría que introducirles la cultura del 600, con el que se iba una familia entera de vacaciones a Torremolinos. Pónganle un palo Si buscásemos un ejemplo práctico de lo que es "españolizar", sería colocarle un palo a algo que ya exista y patentarlo. Bien, pues esa tendencia todavía no ha llegado a Irlanda...no tienen cogedor. Si quieres recoger la porquería que acabas de barrer no te queda otra que doblar el espinazo. La capital tecnológica de Europa tiene una deficiencia muy grave en términos de I+D+i, espero que haya pronto una convención para resolver este tema. El fajo de billetes Esta va también para los yankees. Un signo de poderío español, era sacarse del bolsillo de detrás del pantalón un buen fajo de billetes, lamerse el dedo índice y empezar a ponerlos sobre la mesa con orgullo. Esto lo puedes hacer también en EEUU, pero como ese fajo sea de billetes de un dólar, puedes estar media hora sacando papelitos verdes y que no te dé para pagar la cuenta.
La invasión escandalosa
Mucho se habla de la invasión silenciosa de los chinos, de como se van introduciendo por el resto de países y de que se encuentran por todos lados. Los españoles somos iguales, pero sin ser silenciosos. Ya te puedes ir al último acantilado de Irlanda del Norte, que lo primero que escuchas al bajarte del coche es a una madre regañando a su hijo al grito de: "¡Ya está bien, que contenta me tienes!. Con su correspondiente azote (hacía mucho frío como para quitarse la zapatilla).
Y hasta aquí la primera ración (por cierto, las raciones también es algo por descubrir en los bares de estos lares) de "españolizando". Seguiremos informando.