Al tiempo que os deseo un verano muy feliz, quiero compartir con vosotros un enlace realmente interesante sobre las neuronas espejo. En él se explica el fenómeno de la empatía, o de la falta de ésta a la hora de desenvolvernos socialmente, y su repercusión en nuestra vida. También aprovecharé para soltar algo de lastre emocional, antes de volver al “curso” en septiembre.
Yo, que me considero bastante empática, a veces no sé cómo manejar ciertas emociones “enquistadas” en algunas personas. Es difícil entender que una persona prefiera -sistemáticamente- permanecer triste, negativa, aislada u obsesionada por una idea o situación. Me resulta complicado aceptar que alguien elija voluntariamente perder a otra persona, presuntamente importante para él, con tal de mantener el orgullo en alto y no dirigir la palabra a su pareja. No comprendo a los individuos que se sienten protagonistas absolutos de todas las historias que leen y conocen. Tampoco sé cómo alguien puede concluir que porque ella/él se considere “ladrón”, todos deban ser de su misma condición…
Dicen que cuando estamos enfadados es cuando decimos lo que verdaderamente pensamos, y si es así, me resulta decepcionante haber iniciado -siquiera- relaciones con determinadas personas. Algunas sentenciaron que les mentía cuando no era así en absoluto; otras -obstinadas- decidieron que usurpaba personalidades diferentes, cuando no existía nada más lejos de la realidad; alguno creyó una única versión sin preocuparse de que existiera otra que -sólo tal vez- fuera la cierta; y a otros -sencillamente- no les funcionan las neuronas espejo, porque jamás se han preocupado de averiguar qué pueden pensar o sentir los demás.
Llevo en la mochila varias desilusiones graves, pero por fortuna insisto en dejarme guiar por esas inteligentes neuronas empáticas que prefieren imitar a las personas positivas, honestas, alegres, constructivas, con intención de felicidad; a las que siempre ven el vaso medio lleno y luchan porque lo esté totalmente, sin que ninguna gota lo colme… A las que no se ahogan en él, lloriqueando constantemente por problemas inexistentes. A las generosas, a las que carecen de hipocresía y doble moral. A las que anteponen el bien común, a la mezquindad individual. A las que son, en lugar de a las que aparentan ser.
Aparto el ego, y dejo que mi memoria me muestre todo: lo bueno y lo malo que haya podido hacer en la consecución de esos fracasos personales, y acepto que algo de responsabilidad he debido tener, tal vez por ser demasiado sincera en mis actuaciones, o por decir o escribir lo que pensaba sin ponderar las consecuencias. Ojalá otras partes implicadas pudieran verse en el espejo con esta misma valentía y claridad. Sin anonimatos o nombres falsos.
En cualquier caso, las cosas siempre son -finalmente- como deben ser, y cada uno de nosotros determinamos nuestro presente y futuro con los actos que hemos ido realizando a lo largo de nuestra vida. Somos los únicos responsables si, como he dicho antes, tenemos el arrojo y las agallas de mirarnos sin la compañía del ego que todo nos lo perdona y transforma.
Nos seguiremos leyendo, espero. Un abrazo lleno de empatía, confianza y positividad para todos.
¡¡ FELICES VACACIONES !!