Sumergida en el silencio
desespera la mañana
con la mirada envuelta
en sombra envenenada
y se acuerda de los versos
sabor a canela en rama
que endulzaron tus labios
cuando la tinta marchitaba,
pero el café ya se extingue
en las venas olvidadas
y los sueños más reales
entran hoy por la ventana
cortando la piel a tiras
hasta ya no dejar nada
que llevarse a la boca
al llegar la madrugada.
Víktor Valles