Revista Talentos

Esperando el milagro de las aguas danzantes

Publicado el 04 junio 2015 por Perropuka

Esperando el milagro de las aguas danzantes

Mostrando la complicadísima ingeniería (Los Tiempos)

Fiel a mi espíritu de niño, como buen cocha-bambino que soy, preocupado exclusivamente de comer y buscar diversión como el común de mis llajtamasis, ya se me hacía agua la boca o, mejor dicho, fiesta en los ojos cuando me enteré de que el alcalde interino estaba trabajando a todo vapor –con sus máquinas excavadoras y luces en la noche- en la construcción del Parque de Aguas Danzantes o “aguas inteligentes” como gustan llamar alternativamente algunos paisajistas de rara inteligencia.El alcalde suplente que, según recuerdo, entró de carambola ya que fue posesionado luego volteado por otro concejal ambicioso y finalmente repuesto en su sitio en una pueril guerra intestina que duró apenas dos días (parece que alguien se lo tomó muy en serio aquello de que hay que “vivir que son dos días”), recién estrenado el despacho municipal se propuso hacer en cinco meses lo que en cinco años no había hecho su antecesor.Lo primero que hizo –y esto es de agradecer- fue retirar las gigantografías del ubicuo y bullanguero exalcalde Cholango que no solamente parecía desbordar con su inmensa figura los carteles, sino que con sus brazos de pulpo abarcaba la ciudad de canto a canto. O “de k’uchu a k’uchu”, como él mismo diría, recordando sus populacheros spots que le auguraban la reelección que al final quedó en mera intentona por las intrigas entre masistas. Caído en desgracia el Cholango, su reemplazante prosiguió con la limpieza en todas las reparticiones municipales despidiendo a funcionarios de jerarquía porque quería “tener gente de su confianza”. Entérese el distraído lector o el desganado escribano este que, el golpe de timón se lo hacía a unos cuantos meses de terminar el mandato y con las elecciones a la vuelta de la esquina. Como quiera, aquí se le ha dado un nuevo significado a lo que se vulgarmente se conoce como periodo de transición: sacudirse todo el polvo dentro del mismo partido gobernante y trabajar como si fuera borrón y cuenta nueva. ¡A meses de irse a casa!, cuando todos empezaban a buscar cajones para llevarse sus bártulos. Sólo se me ocurre una explicación: el interino quería trascender a toda costa y tal vez hacerse un nombre ante el jefazo sentado en el trono plurinacional, con miras a futuro. Y no le tembló el pulso para gastar el dinero en cosas banales e intrascendentes como el diseño de nuevos eslogan y logotipo, cuñas radiales y anuncios televisivos de su fugaz administración. Si hasta mandó rediseñar la web oficial de la alcaldía para que no quedaran trazos del compañero Cholango. Para rematar la faena, según he escuchado en la radio, el último día de su labor, funcionarios ediles obsequiaban a cualquier transeúnte una revista a todo lujo como supuesto resumen de su modélica gestión. De acuerdo a un diario, el documento de 47 páginas apenas reunía texto y  “el alcalde Vargas aparecía en 35 fotografías” para que nadie se olvidara de que él era el alcalde.Cinco meses corriendo contra el tiempo no le alcanzaron para entregar cinco viaductos o pasos a desnivel que andaba publicitando como gran logro a pesar de que había heredado del anterior alcalde. Ansiaba también entregar cinco fuentes de agua para terminar de adornarse, otra vez inspiración del esteta Cholango que a su vez se había inspirado en un viaje que emprendió a Lima donde descubrió maravillado que el agua se movía artísticamente, al son de la música con lucecitas de colores y otros efectos especiales. En su descargo, el alcalde Vargas adujo que había recibido las obras civiles de las fuentes danzantes con una ejecución que no llegaba ni al 10% y que gracias a Dios (a su dedicación, quiso decir) ahora “ya están al 99, 9 %” y que por culpa de malos funcionarios que le ponen trabas a los trabajos no pudo inaugurarlas, remarcó bastante dolido.  Siguió lamentándose mientras leía su informe de gestión en un céntrico teatro, recalcando que se iba frustrado por la acción de algunos vecinos y funcionarios (los resabios del cholanguismo) que se oponían al progreso de la ciudad. Sin duda, envidiosos ciudadanos que no comprendían su sacrificada entrega a la ciudad y sus afanes de convertirla en la más envidiada de Sudamérica, con esto de las aguas bailarinas como ejemplo paradigmático.El nuevo hito arquitectónico que, según sus proyectistas, será la joya de toda Bolivia y del continente (ya que es única en su tecnología hidráulica, dicen), promete traer turistas por oleadas a la adormilada metrópli del valle. Eso sí, no dijeron de dónde iban a sacar las aguas para tener semejante alquimia de chorros a presión, sonidos Zen y luces LED de última generación. Sepan los foráneos que los dos problemas álgidos de la urbe cochabambina son la escasez de agua y la recurrente pestilencia de la basura. ¿A cuántos barrios racionarán el preciado elemento para satisfacer las ridículas extravagancias de las autoridades? Sólo hay que darse un paseo por el centro de la ciudad y observar que las piletas o fuentes tradicionales apenas funcionan de vez en cuando. Así las cosas, estas rutilantes estaciones de aguas dinámicas ya se han tragado aproximadamente cinco millones de dólares en su onerosa construcción. Otro imbécil capricho dizque para promover el desarrollo regional. A quién carajos le importa estar a la vanguardia de la industria del ocio y otras boberías de la contemplación como suenan estas “tres cibernéticas visitables, una cibernética ornamental y otra cibernética multimedia”, mientras hay demasiada gente que recibe su agua en turriles de sospechosos carros cisternas porque no le queda de otra.

 

Esperando el milagro de las aguas danzantes

Las obras, también se comparten como un buen churrasco


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