Pienso que hay mucho que guardar en ese sótano tenebroso, líquido y vomitivo que llamo "recuerdo". Hoy añado un capítulo más en el que parece ser un pantano profundo y falto de vida. Lleno de vida sólo cuando quiero, cuando me apetece que estés conmigo, que me maltrates sexualmente y que lleguemos a puntos tan súmamente inalcanzables en nuestra entrepierna.
Pero después de ahí, todo se mueve en torno a un término desesperadamente perdido: el vicio. Un vicio unilateral; que solamente sientes tú. Cuando yo no quiero compartir experiencias y tú me obligas a que lo haga. A que te enseñe con otra como yo. Con una mía. Cuando por fin me hago con mi círculo y cierro con velas el encuentro con ella, cuando nos frotamos hasta gritar de placer por encima de las sábanas y a plena luz del sol que irradia sobre su espalda y mis piernas entrelazadas a las suyas... eso es mío, joder. Mío y de ella. NO tuyo.
Por eso vuelvo a echar las tripas llenándolo todo de hedor y sufrimiento. De ácido sulfúrico y pena. De quemazón y ardor. De pasión y vibración. De...
Vuelve.
Pero deja de joderme.
Hoy no es luna llena. No me culpo. A ti siempre; te mereces que te culpe siempre. Pero vuelve. Por mí. Sino vuelve a enterrarte. Prometo no decir dónde está tu usada lápida.