Sé que no es fácil haceros sentir el momento en el que llego, después de haber salido de la sala. Después de haber comentado los mejores momentos y habernos "rereido" como tontos. Después de escucharte, después de sentirte. Vale sí, lo primero que hago es quitarme los zapatos y pisar sobre plano, saber que mis pies han resucitado. Pero no sólo ellos lo han hecho esta noche.
Y es que no sé definir esta sensación tan dulce y amarga a la vez. Ese cruce sin semáforo, sin cebras ni tonterías. Solo sé que se repite cuando quieres más, cuando necesitas todo. Justo ahora. Cuando lo has tocado y se te ha escapado sabiendo que jamás fue tuyo. Así me voy yo ahora a la cama. Con tu púa y tu gin-tonic. Con el roce de tu letra pero sin ti.
