Lárgate no vuelvas nunca ya no me interesas, no eras como imaginé, eres un inseguro, un bueno para nada, un payaso que ya no hace gracia y que tiene el cerebro de un mosquito.
A mí gustan los verdaderos hombres, los que se visten por los pies y no son unos peleles manipulables, que se dejan llevar por la entrepierna y no ven más allá de sus narices.