Tributo a esos que somos, creciendo, al ritmo del pelo y la extensión de las neuronas
Cuando caí, tú estabas.
Cuando me levanté, tú estabas.
Cuando me torcí de lado, me partí un labio, rompí las rodillas
contra una piedra del acantilado, resbalé por culpa del oleaje,
me raspé un brazo un codo un dorso de la mano,
tú estabas, lloré de pena, lloré de risa,
reí de pena y desesperación, tú estabas.
Cuando coleccioné tu cabello mezclado con el mío,
añoré tus ojos pero los vi mirarme tan intenso
que me avergonzaba
(y yo no me avergüenzo nunca)
sólo con los ojos cerrados
porque los aprieto pensando que tú estabas.
Hoy
estabas.
Ojalá mañana.