Revista Talentos

Estado melancólico (por Arantxa)

Publicado el 24 marzo 2011 por Imperfectas
Estado melancólico (por Arantxa)Estos días estoy algo melancólica. Sera la astenia primaveral, lo cual hasta tiene su gracia, porque la primavera no acaba de entrar, o al menos su llegada no ha sido triunfal, con lo cual la dichosa astenia no viene a cuento. Será que llevo algunas noches durmiendo mal y a ratos, porque algún virus, desconocido, y una bacteria, identificada con rapidez por el pediatra, les ha cogido querencia a mis hijas, con lo cual las noches son duras y la falta de descanso va haciendo mella en mi. Será que pienso demasiado, lo que conlleva que me invadan los temores, y también que me sacudan las emociones.Im-perfectas va a cumplir dos años en abril, aunque yo me incorporé un poco más tarde. Para mi fue catártico, porque estaba atravesando un momento realmente difícil, angosto, duro. Empecé a escribir sobre trivialidades varias, pero jamás me desnudaba en los post. Proyectaba una imagen de mi misma que no era la auténtica yo. Por dentro me desmoronaba y por fuera la gente me veía guapa, delgada, brillante (o eso me decían). Salí del túnel, porque no hay túnel lo bastante largo como para no ver la luz.No se por qué escribo esto ahora. Será por mi tendencia a instalarme en la calle Melancolía, esa en la que vivía Sabina. Puede que sea un ejercicio de masoquismo. Pero no pienso mudarme allí, sólo voy a pasar unas horas, o unos días, a lo sumo. Me da por pensar en la gente que quiero, en si les cuido como debiera, en lo que me preocupa que estén bien, en el pánico a que dejen de quererme.Me miro al espejo, no buscando las arruguitas de expresión inevitables a mis 35, sino para leer en mis ojos. Son de color azul, me dijeron una vez que de ese azul del que se tiñe el mar cuando amenaza tormenta. Azul tempestad, de todo menos sosegado o tranquilizador, aunque esa es una verdad a medias, porque según sea la luz, el color del iris adquiere otros matices.Sean como fueren, veo muchas cosas en ellos, algunas me inquietan, otras me paralizan y las hay que me dan fuerza y me llenan de dicha. Estoy sumida en un estado ciclotímico poco preocupante y sin duda pasajero. Al fin y al cabo yo vivo en una calle con nombre de una flor de un color muy vivo, la calle desde la que escribo estas líneas mientras mis hijas duermen, hoy sí, plácidamente.

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