Estamos perdiendo el norte

Publicado el 05 febrero 2013 por Flecanda

Durante todo el tiempo que llevo aprendiendo a ser arquitecto he escuchado muchas conferencias, he asistido a multitud de clases y he revisado, estudiado y ojeado infinidad de libros, pero siempre tendre una frase en la mente, que me hizo reflexionar mucho, probablemente cambio mi punto de vista sobre esta profesión; me hizo ver lo importantes que son nuestras aportaciones a la sociedad y la huella que dejan, lo que  hace que nos recuerden, para bien o para mal, durante mucho más tiempo del que imaginamos.

“La arquitectura buena es la que perdura en el tiempo, la que sabe adaptarse, y la que con el paso del tiempo no deja de asombrarnos por su complicada sencillez y su fácil funcionamiento”.

Hace poco pasé junto al recinto que albergó la EXPO de ZARAGOZA 2008 y me quedé asombrado por la tristeza del lugar, en gran parte debido a la crisis, pero por otro lado debido a la falta de previsión para un posterior uso que el de la EXPO 2008. Aunque mi mayor decepción llegó cuando quise cruzar el río y volver a pasear por el pabellón puente que tanto dinero costó, y al que tan poco partido se le ha sacado; pues bien, no pude. Actualmente se encuentra cerrado.

Este hecho me hizo llegar a esta reflexión: “¿ Para qué se invierte tanto dinero en un puente si luego no se puede utilizar ni para cruzar el río?, no pido que se utilice como sala de exposición, o que cada dos meses tenga lugar un acto que invite a los vecinos a acercarse y pasear por los alrededores, convirtiendo así el que fue recinto de la Expo en una zona de paseo.

Este artículo de ABC Aragón que se publicó hace poco menos de un año habla por si solo

“Gran parte de los edificios de la Expo siguen esperando que algún día sean comprados por empresas privadas y, de esa forma, recuperar parte de los cientos de millones de euros de dinero público invertidos en ese recinto. Mientras, edificios emblemáticos como la Torre del Agua o el Pabellón Puente aguardan a que se les dé uso. No se escatimó en diseño arquitectónico, se acometieron obras de vanguardia, con grandes firmas —la iraní Zaha Hadid firmó el proyecto del Pabellón Puente— y hubo desfases presupuestarios. Por ejemplo, el Pabellón Puente se presupuesto en 53,6 millones de euros y acabó costando 72,7; la Torre del Agua se proyectó por 40,1 millones, pero la factura final fue de 55; el Palacio de Congresos se presupuestó en 54,23 y salió por 82,8 millones; el Pabellón de Aragón se proyectó en 21,7 millones de euros y al final costó 29,6 millones…”.

Este es el aspecto que presentan la mayoria de los edificios actualmente en desuso, incluido el telesférico que no ha tenido más pasajeros después del 2008.

Pues bien parece mentira, pero cada vez más me pregunto a mi mismo si de verdad los arquitectos estamos concienciados de esto, o solo buscamos nuestro propio interés y proyectar ese edificio exclusivo que nos haga aparecer en las revistas. Y es ahora con la grave crisis que atraviesa el país cuando tenemos que aparecer con soluciones innovadoras y que se ajusten a las necesidades.

Con esto solo quiero que la gente que tiene el poder de tomar decisiones de esta envergadura económica deje de preguntarse cómo un país llega al punto en el que está España, y empiece a actuar con la responsabilidad de su cargo.


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