Sólo cuando las cosas se ponen feas el orangután que llevamos dentro se decide a erguirse y caminar lejos, ir a otros territorios siguiendo el alimento que cazar, buscando mejor clima, o nuevos terrenos que expoliar para sembrar. Después, con el avance de la civilización hemos ido sofisticando nuestros motivos para emigrar y hemos añadido a la lista la guerra, la enfermedad, el hambre y el hombre.
En los tiempos de bonanza el homo sapiens se establece en las cercanías de su lugar de nacimiento y acostumbra a no viajar lejos, salvo que tenga dinero suficiente como para hacer turismo y regresar, ufano, para contarles a sus congéneres lo estupendo que es él, que puede permitirse ir a conocer lugares lejanos para hacer lo mismo que en su casa.
Pero en estos momentos y en estos lugares se ciernen oscuras previsiones de futuro sobre los habitantes de España y de otros países europeos que no han sabido adaptarse al uso alemán del dinero, o que no han sabido sobrevivir a la expoliación de los especuladores nacionales y extranjeros. Toca pues, pensar, valorar, la idea de emigrar. No es algo banal. Emigrar se me antoja un reto difícil e incierto, sólo tienes que sostener la mirada de quién te intenta vender un bolso de imitación para atisbar la punta del iceberg que supone encontrarse en un lugar extraño, desamparado y hostigado por los aborígenes.
¿Crees que estás preparado para emigrar? ¿Tienes hijos a los que dejar o llevar contigo? ¿Tienes propiedades que perderás al irte? ¿Crees que tu formación o tus habilidades te permitirán ganarte la vida en un entorno hostil y extraño? Todavía nadie ha planteado el debate abiertamente. A los dirigentes no les interesa destapar este tema y que los más preparados opten por irse. Sólo aparecen escuetas notas sobre los universitarios que no tienen ninguna posibilidad de trabajar a pesar de su formación, adornado de un lamento por la pérdida del dinero invertido en la educación de toda una generación que es expulsada de su país por la pésima gestión de los gobernantes de los últimos 20 años. Pero tras los universitarios irán los desempleados mejor cualificados, después los empleados más capacitados, empujando a parados de toda índole y finalmente habrá un sálvese quien pueda fatal en el que se cometerán toda clase de atropellos en origen y en destino.
Creo que sólo se emigra como última opción y muchas veces esa emigración de último recurso eleva la probabilidad de que el resultado sea nefasto por una falta de previsión.
Si hay que emigrar hay que hacerlo antes de que sea demasiado tarde, como cuando se actúa contra una gangrena: cuanto antes se cercene, mejor. Eso te puede permitir buscar el lugar más adecuado a tus posibilidades y tus necesidades. Las ratas son unos animalitos maltratados por la historia, pero abandonar el barco antes de que éste se hunda es lo que les permite sobrevivir.
Por eso antes de emigrar habría que meditar un poco sobre a dónde ir. Y me gustaría conocer vuestra opinión al respecto. Pero no sólo un me gustaría ir a Alemania porque pagan más y el Oktoberfest es la bomba. Me gustaría conocer las inquietudes, qué buscáis en la que puede ser la mejor huída de vuestra vida. Me gustaría saber si en un momento dado os gustaría regresar a España (lo que quede de ésta), o si por el contrario creéis que es mejor quemar los barcos para no regresar nunca.
He valorado varias veces la posibilidad de exiliarme, y sólo me lo impide el clima de la costa del sol, la gastronomía gallega, un trabajo por el que todavía me pagan y un techo por el que estaré pagando intereses abusivos hasta que me jubile, bueno ya no porque la jubilación es un concepto en vías de extinción.
Pero llegado el momento, prefiero ver de lejos como el país, a modo de Titanic, se hunde y evitar ser engullido por el remolino de la pérdida de esperanzas, de calidad de vida y de derechos. La gran duda es a dónde ir.
Supongo que cada uno tendremos nuestras propias ideas y diferentes criterios. En mi caso, creo que básicamente que el éxito de la emigración depende de la capacidad para adaptarse a los cambios y de la formación que se tenga.
Para alguien con poca formación la única escapatoria es ir a países en los que se necesite mano de obra no cualificada y dispuesta a trabajar muy duro en trabajos que los nativos no quieren: el campo, la construcción (Las economías emergentes, sobre todo aquellas en las que se realicen eventos en los que corra el dinero a raudales: Brasil). Si dejan la hipoteca sin pagar tampoco estaría mal que no tuvieran acuerdo de extradición con España o la Unión Europea, pero eso limita mucho la escapatoria. En realidad los países sin tratado de extradición están reservados prácticamente a los que escapan con dinero suficiente para comprar voluntades e identidades, y aún así siempre puede haber un chivato que un por un puñado de billetes delate al fugado en cuestión.
Para alguien con más formación los países a los que huir son los mismos que en el caso anterior, pero con la posibilidad añadida de encontrar trabajo en su profesión si es aceptablemente bueno, o en otro empleo de inferior categoría si tiene facilidad para los idiomas. Con eso se consigue añadir a la lista los países de las economías emergentes, e incluso alguno de las economías más estables.
En mi caso descarto irme a sitios en los que hace frío. Creo que es un esfuerzo inútil trabajar para calentarse cuando se puede estar calentito sin moverse. De modo que Noruega, Islandia, Alemania, Rusia, las repúblicas Bálticas, Dinamarca, Polonia, Canadá, Corea del Sur e incluso Japón quedan descartadas. En realidad Japón no me de la sensación de país dónde vivir, más bien parece un híbrido entre un hormiguero, una gimkana y un frenopático el domingo por la tarde.
No soporte el picante, por lo que también tengo que descartar India y muchos países africanos, pero no es problema tampoco creo que allí me quisieran para nada que no fuera llevar el chaleco de una ONG occidental.
Tengo tendencia a ser bastante irreverente con las religiones, por lo que también tengo que descartar todos los países con regímenes donde la religión se escapa de los templos para entrometerse dónde no le manda nadie, eso hace que se borren de la lista muchos países, aunque por fortuna casi ninguno me parecía atractivo. Qatar, Dubai, Marruecos, Indonesia.
De modo que la lista se reduce a países con un clima más o menos aceptable, en los que la economía tenga tendencia a subir y pueda ganarme la vida con algo relacionado con el uso de ordenadores, oficina u otro tipo de servicios; que ocasionalmente pueda hacer un trabajo manual que no pase por la esclavitud, y que a ser posible no haya que hacer un máster en leyes para evitar incumplir alguna absurda norma que me envíe a presidio. La lista en mi caso no es muy grande, tendría que estudiarla con más profundidad. Por el momento mi ranking (aproximado) está de la siguiente forma
- Uruguay
- Argentina
- Florida
- California
- México
- Brasil
- Australia
- Nueva Zelanda
- Tailandia
- Nigeria
- Sudáfrica
- Singapur
- China (trabajando para una empresa que no sea china, evidentemente)
Claro que cada uno tiene sus preferencias y sus objetivos. Si algún día tengo que irme de aquí, echaré de menos lo más importante, lo que todos los españoles echan en falta cuando se van de España: el jamón ibérico.
Agradecería tu opinión, o tu voto en la encuesta, ya que nunca se sabe de qué forma o en qué modo se puede aprender algo que pueda cambiar tu parecer y modificar sustancialmente el destino de la huída.
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