Andaba yo hace un tiempo asistiendo a un curso de animación infantil, para aprender un poquito de improvisación y globoflexia. Un par de horas del curso iban aplicadas a aprender "pintacaras" (¡argh, con ceras, socorroooo!), así que, haciendo de tripas corazón, comencé a pintar en el rostro de mi compi lo que nos habían pedido: Spiderman.
Con mucho esfuerzo y paciencia -digo, repito y mantengo que las ceras para maquillaje deberían estar prohibidas-, estoy en ello, entregada a la causa de dignificar lo indigno, cuando de repente, se me acerca el profe -que, por cierto, no me había dirigido la palabra en todo el curso, que duraba casi tres días-, y me dice:
Así pinto yo los Spiderman...
¡si el peque no se menea mucho, jejeje!
Le miro, sorprendida y respondo...
- "Sí, sí, en eso estoy...".
- "No, eso no es un Spiderman, eso es una máscara y el niño nos ha pedido un Spiderman" -me dice, fresco como una lechuga.
- "Uhmmm, pues, es que yo hago así los Spiderman y a los niños les encanta" -la verdad, no dije nada más que la verdad.
- "Bueno, mujer, nada, nada, si te va bien así, tú misma, tú misma" -me mira con semblante resignado y condescendiente y se marcha para no volver a dirigirme la palabra en lo que restaba de curso.
Dejando a un lado el hecho incomprensible de que una empresa de animación, mantenga y promueva un nivel de maquillaje infantil mínimo, entregando a sus animadores cuatro tristes barras de cera para "manchar" caritas, todo ello en claro contraste con una calidad de animación y, en general, de servicio, según parece, bastante buena, dejando a un lado lo anterior, digo, el ánimo por "normalizar" y "fijar" modelos y personajes es desesperante.
A pesar de esta anécdota, que cuento a diestro y siniestro, allá donde voy, en reuniones de amigos, painters o no, maquilladores y resto del mundo, la pena me invade al ver, al seguir viendo, niños con la cara manchada de rojo -ya de cera, ya de aquacolor-, desvaída en los extremos, pintarrajeada con pegotes negros que "malnacen" en la nariz, copiando el "pintacaras de Spiderman tradicional", el que "debe ser" -no sé dónde está escrito-.
Te diré una cosa: Spiderman tiene mil caras, todas las que nosotros queramos ponerle, todas las que nuestros peques nos pidan, todas las que la vida le de y nosotros sepamos y queramos regalarle, con el pincel en la mano, las pinturas en la mesa y nuestra creatividad pegando saltos dentro de la cabeza.... ¡eso es lo mejor de Spiderman, eso es lo mejor del maravilloso arte del face painting!.