ESTETOSCOPIO
Pon el oído sobre el pecho de este país del diluvio y la luna
con pálidas mandíbulas de plata enmascarado de malaria en
un celeste distrito prohibido
en el plumaje real de las hojas
escucha allí adentro
el sordo crujido de los roperos de la muerte hinchándose con
la dilatación del invierno el graznido de la pantanosa región
del delta toda esa agua inmovilizada por las estrellas en
semejante esplendor enemigo
mira encenderse bajo la sombra de la niebla el filamento
eléctrico de la muerte
el amenazante sueño de una raza en el revés de la tierra
Escucha en tu cerco (y uno es siempre extranjero) los
fantasmas filtrados entre las raíces
escucha escucha
el trueno del monzón subterráneo el ronquido de las cebollas
enterradas hace mil años el crótalo del hormiguero que se
ramifica el corazón azul de los monos la savia terrible que
nutre esas hojas vampiras el zumbido de los muertos
preparando su cena y su salto
Escucha ese corazón delator
de detritus que ascienden hacia ti cal viva
minerales comidas del tiempo
y más abajo
el grito del negro injuriado el tumulto del saqueo el susurro
de plegarias en la iglesia llena de cuernos de búfalo y el blues
del jabón nupcial de la amante desnuda en un líquido
perfumado que fosforece
en el país que ya no verás nunca
(Y nadie quería volver a nacer cubierto de escamas rojas
coronado de murciélagos en el gran final en el héroe indecente
en el usurpador con espalda de cerdo nadie quería ser amputado
por la selva beber esas esponjas tenebrosas de la niebla
escuchar esa lengua del revés del agua
del revés de las frutas
oír allá adentro ese chasquido
de tu piel sola sobre tus huesos solos)
Enrique Molina