Estranguladme

Un buen videojuego es aquel que perdura en la memoria de todo jugador durante años, que le hace sentir cosas que jamás sintió. De esos hay pocos, pero es innegable que cuando uno de éstos te engancha disfrutas como cuando tenías escasa edad. Las ganas de llegar a casa y jugar, desconectar y seguir con aquella partida. Estar en cualquier lugar dándole vueltas a cómo afrontar las situaciones que en el videojuego nos plantean es quizás de las mejores experiencias que uno puede vivir. Quizás por ello, tras sobrevivir a un acuchillamiento y a un decapitamiento público a llegado el momento de ofrecer de nuevo mi gaznate. Estrujadlo bien, quiero sentir vuestras sucias manos apretando mi nuez, venid y ¡Estranguladme!

#1 Terranigma

Dicen que cuando una consola está a punto de morir es cuando la cantidad de títulos buenos que se pierden es más elevada. Es por ello que en su día descubrí que Final Fantasy VI pasó desapercibido, aunque luego se recuperó para PlayStation. El caso de Terranigma es singular, alabado por muchos y olvidado por la gran mayoría – en la que me incluyo – que buscando nuevas experiencias dejaron en el cajón de sastre quizás una joya que a no ser de disponer mucho tiempo libre difícilmente será jugado.

#2 Monster Hunter Saga

¿Qué leches es Monster Hunter? Esa fue mi pregunta a un alumno que un día se presentó en una sesión de psicomotricidad terapéutica de las que a veces imparto. Su respuesta rauda y concisa fue que era un Pokemon pero con buenos gráficos. De ese mismo momento la saga quedó totalmente descartada, ya que soy defensor que todo aquello que te obligue o inste a coleccionar fomenta la compra compulsiva y un futuro síndrome de Diógenes. Una teoría que es tan cierta como que los videojuegos crean asesinos, pero es mi teoria.

#3 Smash Bross Saga

En principio este tipo de juegos tiene lo que siempre me llama más la atención, meter a personajes de diferentes sagas combatiendo entre sí. Al igual que Mario Kart, los Smash Bros tiran de todo el elenco de personajes algunos más significativos que otros para captar la atención del gran público. ¿Problema? Pues que tras jugar a su versión de Nintendo 64 y sobre todo al tratarse de un juego de lucha hace que cada vez que sale nombrado un nuevo título, lejos de captar mi atención, provoca más bien lo contrario. Por ello, no cuenten conmigo para esas partidas, no me divierte.

#4 Pokemon Saga

¡Hazte con todos! Lo que aún no sé si es con los Pokemons que salen en el videojuego o con los títulos que sacan para estirar la leche de burra. Siempre he visto a Pokemon como un juego insulso que no tiene ni pies ni cabeza, un refrito tras otro donde sólo se cambia la cantidad de animales que evolucionan. Y es que Pokemon lo tiene todo, Ash me parece inútil, Pikachu me cae mal por irritante y que los Pokemon solo emitan su nombre una rallada. Lo siento, no me gusta Pokemon pertenezco a otra generación y el Team Rocket me parece de lo más aburrido jamás creado.

#5 Zelda Saga

Y llegamos al plato fuerte, a mi postre favorito y a aquel que causará junto al anterior que quizás no salga vivo de esta. Zelda me aburre, y podría acabarlo ahí. Pero no, proseguiré por respeto al lector. Jugué a un Zelda de Gameboy, no recuerdo el nombre, aunque sí recuerdo los bostezos que pegaba mientras jugaba. Link siempre me ha parecido un héroe incapaz de trasmitir nada, y aunque a muchos les parezca extraño no he jugado a ningún otro Zelda jamás ni pienso. Puede que me pierda esa gran experiencia pero sin duda lo hago a consciencia, así que felicidades Zelda ya son 25 años sin tí.

Entiendo que hay videojuegos para todos los gustos, los míos son bastante raros y muy seguramente incomprensibles, pero sigo pensando que hay títulos que se juegan a la fuerza. De hecho sé y he conocido a algunos que por no llevar la contraria a sus emociones juegan una y otra vez todo lo que tenga que ver con la Saga de su vida. No os culpo, todos tenemos una saga fetiche a la que mostrar pleitesía. Pero no por ello me veo empujado a jugar o “disfrutar” de algunas entregas que de entrada ya sé que ni son mi género ni tampoco de mi agrado. En esta vida tener las cosas claras y mantenerse en una idea es más una virtud que un demérito. Hala pues, ¡Estranguladme!