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Estudiar a distancia (I)
Publicado el 28 noviembre 2011 por Esther
Como cada vez son más las personas que deciden estudiar a distancia, me gustaría explicar mi experiencia al respecto y las conclusiones a las que he llegado después de varios años siguiendo este método, tanto en estudios universitarios (Licenciatura de Derecho en la UNED, Universidad Nacional de Educación a Distancia), como en diferentes cursos de formación complementaria que consideraba necesarios para complementar mi curriculum. La educación a distancia supone decir adiós a las clases presenciales, a la elaboración de apuntes, al contacto directo con los profesores, a las caras conocidas. Las principales técnicas que hay que utilizar para no hundirse en el desánimo (porque, a diferencia de lo que algunos comentan, el estudio a distancia requiere de mucha constancia y una metodología estricta) son la disciplina, la tenacidad, el esfuerzo y sacrificio y una óptima planificación del tiempo. No hay que olvidar que la inexistencia de un horario riguroso obliga al estudiante a elaborar su propio calendario académico y su particular plan de estudios. Y con ello me refiero a que cada uno distribuye su tiempo del modo que estime más oportuno y productivo conforme a su disponibilidad y sus aptitudes. La responsabilidad exigida es mayor que en los estudios presenciales porque el ritmo lo marcas tú, no el profesor de turno o la academia, y los plazos de estudio marcados condicionan los resultados posteriormente obtenidos. La autonomía te proporcionará satisfacción si has sabido optimizar el tiempo de estudio y si has rendido lo suficiente de cara a la nota final. En principio, tendemos a asociar estudios a distancia con facilidad, comodidad, flexibilidad, libertad. Son muchos los que se enfrascan en la aventura de realizar una carrera a distancia creyendo que es como un título vendido en la tómbola pero resulta que no les queda más remedio que abandonar porque no era tan fácil como ellos creían. No era regalado, vamos. Siguiendo el hilo, remarco la importancia de una buena organización del tiempo disponible, la información previa y fiable sobre el curso o la carrera de interés, la utilización de las tecnologías de la información para adaptarlas al aprendizaje y utilizarlas como complemento de formación (foros virtuales, chats, buscadores…). Otro factor clave es la motivación. Si no sientes pasión por lo que haces, terminarás por considerar obligación lo que en realidad debería ser un aprendizaje voluntario. Es otra de las trampas de este tipo de estudios. No hay obligación de asistir a clases y si te puede la vagancia o el aplazamiento continuo del estudio, estás perdiendo el tiempo y el dinero. No te encuentras en un aula, no estás rodeado de compañeros, nadie marca un control, no hay un profesor que te explique y oriente, no hay un horario temporal sobre el que apoyar el estudio y distribuir la materia. Tú mismo marcas el aprendizaje de una forma constructiva y autónoma, asimilando conocimientos y estableciendo metas realistas. A pesar de que recomiendo a la gente joven la experiencia de los estudios universitarios de forma presencial (recuerdas con nostalgia las explicaciones en la pizarra, las clases aburridas y el contacto con personas que tienen tus mismas inquietudes e intereses), también he de decir que estudiar a distancia es un viaje apasionante, en solitario pero con la mágica posibilidad de ser dueño del tiempo y sus minutos, de la materia que aprendes cada día, de la actualización correspondiente, de los conocimientos que se aferran en la mente. Qué duda cabe, eres autodidacta. (...)