Escojamos al azar un sujeto con genoma XY, de edad media, y que tenga una descendencia sujeta al genoma XX. Situemos el estudio de campo en el hábitat natural de esas dos personas, como puede ser un habitáculo cualquiera de su morada, la cocina, por ejemplo. El sujeto XY sufrirá un inexplicable e inquietante vibrar de sus cuerdas vocales, que se liberará en un tono de voz más alto de la media al ver a uno de los sujetos de su descendencia, recordemos, genoma XX, realizar de manera poco ortodoxa una práctica habitual en su especie. El sujeto XY no tolerará que el sujeto XX desayune de pie, con el abrigo puesto y el bolso cruzado, porque no acepta el concepto "llegar tarde" como excusa para ese extraño e inimaginable fenómeno. Lo curioso de este estudio es que el sujeto XY experimentará un cambio en su carácter fuera de lo normal, ayudado siempre por la potencia de sus cuerdas vocales, que le llevará a desvelar, mediante exabruptos y sin progresión lógica en el ritual de conversación, el verdadero malestar que perturba las relaciones amigables en el hábitat ordinario de esas dos personas; la ausencia de un orden natural en el habitáculo personal del sujeto con genoma XX.
Conclusión: El sujeto XY es totalmente incompatible con la falta de rigor logístico en su morada.