Dibujo de Raúl Alvarez
Escucho sus latidos; lentos y rítmicos. Su respiración regular me hace
saber que está dormida, y yo, acurrucado en su regazo me encuentro por fin
tranquilo.
Levanto la
cabeza lentamente; no quiero despertarla. Acerco mis cálidos labios a su mejilla
fría. No, no quiero despertarla.
Y aquí, al
calor de su gélido cuerpo me siento en paz; ya no hay dolor.
Sé que a partir
de ahora, ella cuidara de mí y me protegerá. Y yo tendré toda la eternidad para
amarla.