Nadav Kander
Sabemos que hay momentos que no recuperaremos jamás. Lo sabemos, pero insistimos. Eso es todo. Y luego diremos que pasa el tiempo. Y diremos esas cosas que se dicen cuando uno se ha negado a vivir el presente. Porque el presente es muy complejo, lleno de aristas insobornables. Siempre hay tiempo para el aburrimiento, para el desgaste y la erosión. Nadie tiene la culpa de tanta desidia. Se respira. Lo mejor es olvidarlo todo. Como si no hubiese ocurrido. Sabe el roedor que todo huye, sin remedio. Y está cansado. Podría esconderse tras el musgo, tras la sombra de una letra. Todo lo demás es esfuerzo inútil. Vivir como si no se viviese. Esa es la fórmula. No desear. Y volver a recorrer los recovecos oscuros de la existencia, los escondrijos de la miseria y el miedo, la vieja letanía... Diremos que aquel pasado no vivido fue perfecto, como si lo hubiésemos vivido. Sabe el roedor que todo pasó. Ya no quedan nubes en el horizonte, sólo la luz del olvido y poco más. Por eso diremos que el tiempo pasa y se agota. Y que siempre hay espacio para el aburrimiento.