Este es mi segundo año trabajando en una escuela desde que dejé el fútbol y veo cosas que no entraban en mis planes hace 3 años.Siempre he sido “uno de los 25″ , ahora soy como el segundo entrenador.En el fútbol, la figura del 2º entrenador es muy importante, sobretodo para los que no juegan habitualmente.Normalmente el cariño del entrenador esta centrado en los que juegan siempre, por eso el 2º de abordo es el encargado de mantener motivados a los actores secundarios ya que de un día para otro pueden entrar en escena y si han sido maltratados psicológicamente no podrán darlo todo ni aún queriendo.Solo necesitan ser escuchados y comprendidos cuando mentalmente aparecen las dudas.
A pesar de no ser muy reconocidos a nivel de instituciones (los profes nos adoran) los vetlladores somos los encargados de la contención de alumnos con problemas de conducta y de ayudar a subir al carro a los que se caen por el camino.También somos responsables de la integración de niños con discapacidades.
La confianza que los alumnos depositan en nosotros nos permite saber como se sienten realmente.Para un profesor es imposible saber que se cuece en el barro por eso los niños se aprovechan para culpar “los sospechosos habituales” .
Casualmente, hablando con un amigo tuve la suerte de saber como se forma a un delincuente social.Ejemplo:
El carnicero del barrio, que es muy popular, es acusado de maltrato a su ex-mujer, también muy conocida en el barrio.El caso es noticia en los programas de tv más seguidos (no los más serios) y en el barrio se le empieza a señalar con el dedo. Meses más tarde el juez le declara inocente pero el daño ya esta hecho.Han sido muchos los programas de tv en los que ha sido acusado de maltratador y todo el mundo duda de su inocencia.A pesar de estar libre de cargos, pocos son los vecinos que acuden a su negocio, muchos dejan de saludarle y tiene que cambiar de circulo de amigos.El negocio no soporta y baja la persiana de lo que le ha costado construir con sudor y más sudor.Todos estos cambios le hacen sentirse desplazado y solo encuentra cobijo en el bar con peor reputación del barrio.Allí se sentirá cómodo porque nadie le señalará.
Con los niños ocurre lo mismo, si los etiquetamos podemos provocar que les traten como tontos, violentos o retrasados.Por suerte estamos nosotros para evitar que las etiquetas formen personas.