Evolución inducida

Publicado el 30 noviembre 2010 por Torcuato

Evolución inducida.

En la siesta de la selva los simios dormitan. Las madres obligan a sus pequeños a no moverse, sujetándolos con firmeza. Uno de estos, con la cabeza colgada sobre el brazo materno, a travésde las ranuras de sus ojos entornados, ve como se abre una raja de luz en medio de la nada. Salen de ella tres seres altos y lampiños, con manos desmesuradamente grandes. Sin tocar el suelo, el más delgado se acerca, y rozando el brazo opresor de la mona, libera al monito. Aunque aterrorizado, los acompaña a través de la puerta. En este espacio luminoso le enseñan a vestirse y a cocinar alimentos que antes siempre comía crudos. También a acumular cosas. Tras esto, con una malévola sonrisa, lo dejan marchar.

Torcuato González Toval.